Música

Más allá del confinamiento. El rock de Medellín y sus retos musicales

2 / 06 / 2020

Ante la pandemia, la escena rock paisa tiene muchos retos, pero también diversas propuestas que mantienen vivo su aire contestatario.

El reto como artista es mantenerse a pesar de los cambios. Muchos aprovecharán esta oportunidad, de forzosa reflexión, para mantener e impulsar los deseos creativos. En estos momentos de encierro, impuesto por la cuarentena, desaparecen los grandes encuentros de los artistas; los conciertos tienen lugar en la no espacialidad, que desecha luminosos escenarios donde no caben los gritos, ni el baile, ni los besos, ni tomarse las manos, ni la conjunción de cuerpos y, menos aún, un sitio para escanciar y compartir las bebidas espirituosas y las espontáneas y conversaciones directas. Es aquí entonces que se necesita tomar la decisión de enfrentar con valentía el reto de ser virtuoso en la virtualidad y, sin sometimientos, construir alternativas entre público y artistas.

Medellín es una ciudad de variantes musicales. Es una urbe que, aunque conservadora, se inclina en ocasiones por cambios rápidos e insensatos, pues gusta de abrir los brazos al esnobismo sonoro. Pese a eso, el rock ha cambiado y se ha mantenido a lo largo de las últimas décadas. El rock ha sido uno de esos elementos mundanos propios de los espíritus juveniles, a veces rebeldes, en otras poéticos y casi siempre creadores, que ha narrado la ciudad, los barrios y la condición humana con sus historias articuladas a la realidad y a la fantasía, pero siempre en la vía de construcción de fenómenos sociales de carácter cultural o contracultural.

En estos tiempos en los que probablemente habrá nuevas audiencias, y que claramente cuentan con diferentes condiciones escénicas y espaciales, es que la música y los músicos mostrarán su versatilidad, desde la capacidad para adaptarse a los cambios y sin olvidarse de su propósito principal. Este confinamiento ha servido para encontrar nuevas bandas, así como para ojear placentera y detenidamente el estado de la música paisa, de Medellín y sus alrededores especialmente.

La ciudad cuenta con una generación de artistas y bandas de la música alternativa e independiente que exploran sonidos y géneros como el surf, el postpunk, el shoegaze, el rock and roll retro, el indie rock, el indie pop, entre otros. Son grupos de músicos hechos bajo la circunstancialidad juvenil de irreverencia y nostalgia, además de la calidez de los habitantes del Valle de Aburrá que se muestra en su voluntad de asociación. Margarita Siempre Viva, La Banda del Bisonte, Volcán, Saail, Árboles Vertebrados, La Badband, El Nuevo Coyote, Señor Naranjo, Los Malkavian, Hipsum, No hay Juventud, Goli, Memorabilia, Dice Así Con Inspirado Acento, La Veo Venir, Higuita en Chanclas, Los Transeúntes, Ojos Color Mate, son algunas de esas bandas que hoy mueven el espectro rockero de la población local.

Todas estas agrupaciones tienen un sabor colectivo que está llamando la atención en el ámbito nacional e internacional, y en parte, le ha dado a Medellín unas trazas artísticas más brillantes. Y es que la música como un universo que cambia, con oleajes de ida y vuelta, siempre estará afectada por condiciones del presente. Quizás estas bandas están buscando mensajes nuevos, o explorando nuevas perspectivas de sonido o de diálogo universal, o simplemente, buscan un camino para vivir de la música sin pretensiones. Para el caso, lo más importante es que mantienen vigente lo local, que no ha desaparecido dentro de lo global, y que muestran fuertes luces de identidad.

El reto no es solo para artistas. Más allá del género, y los estilos musicales, también los oyentes deben estar dispuestos a mantener el ejercicio de escucha en la virtualidad de las tiendas y plataformas digitales, porque se trata de que la música prevalezca, independientemente de los medios, las arquitecturas o los fantasmas del confinamiento.