Arte

Agatha Ruiz de la Prada: un rompimiento con los límites locales entre arte y moda 

20 / 07 / 2017

Una mirada a la exposición de Agatha Ruiz de la Prada, Arte y/o Moda, la cual marcó una ruptura en nuestro tradicional ámbito artístico.

El arte ha dejado de ser lo que era: ya no obedece a un sistema político o religioso como en el Antiguo Régimen, tampoco es exclusividad de la institución museo como en los inicios de la Modernidad, y parece diluirse del mercado y su mano invisible, porque a veces ni las leyes tradicionales del mercado pueden estipular los giros y los reveses de esta esfera social o semiosfera, si es lícito acuñar el término de Lotman para hablar del arte en el sentido contemporáneo.

Este escrito busca observar esas fronteras donde el arte y la moda se han integrado y a la vez hecho difusas, y para ello vale la pena ahondar en la primera exposición de moda que se hizo en un museo colombiano y en la que la curaduría y la colección, bajo el eje articulador del vestido, jugaron un papel predominante: Agatha Ruiz de la Prada. Arte y/o Moda.

Realizada en 2008 en el Museo de Antioquia y con la curaduría de Alberto Sierra y Conrado Uribe, frente a la exposición discurrieron varias opiniones, tal como lo dejó ver en su momento la crítica de arte Lucrecia Piedrahita en su texto Agatha Ruiz de la Prada. Arte y/o Moda en el Museo de Antioquia, publicado en el blog Letras Anónimas del diario El Colombiano el 15 de junio de 2008:

«-Es cierto, las fronteras entre el arte y la moda son cada vez más difusas. En ambas esferas confluye la complejidad de la creación y la exigencia de la fina poética. […] Agatha Ruiz de la Prada. Arte y/o Moda es un trabajo autobiográfico, como ella misma lo señala. 65 vestidos y algunos bocetos nos remiten a algunas de las vanguardias que desfilaron por el siglo XX (Pop Art) y mira con especial atención al gran maestro español: Eduardo Chillida. Reflexión que permite descubrir como la artista se desplaza con conocimiento por artistas claves de la historia contemporánea.»

Imagen usada para promocionar la gira de Agatha Ruiz de la Prada en la ciudad, Medellín, 2008

Imagen usada para promocionar la gira de la diseñadora en la ciudad, Medellín, 2008

Frente a esto Sandra Francisca Gómez, gestora cultural y apasionada por la moda, menciona que experimentó una sensación ambivalente:

“Sus trajes tan llamativos y coloridos, es difícil que den la sensación de ser una obra de arte, tampoco se tuvo en cuenta un riguroso recorrido histórico que le de valor al kitsch en sus propuestas. Desde mi subjetividad, y gusto por la diseñadora como creativa, creo que la muestra se quedó en unos vestidos y trajes en un museo, contó con una curaduría muy inmadura en arte y moda, disponer unos espacios donde colgar ganchos, rellenar siluetas por parte de los visitantes que de alguna manera conllevaba a un acto pedagógico y lúdico desde el vestuario. Era como jugar a las muñecas y diseñarles sus vestidos.”

Si bien Agatha Ruiz de la Prada. Arte y/o Moda no contó con una excelsa curaduría, como las ponderadas exposiciones y retrospectivas que ha hecho el Costume Institute del MET (Museo Metropolitano de Nueva York), y guardando las correspondencias pertinentes, su montaje e instalación sí suponen un hito tanto para el arte como para la moda actual y local. Reconociendo aun lo que la misma Piedrahita comenta en su columna en Letras Anónimas:

“El resto de las piezas cuentan con la exploración creativa, pero están ausentes de factura y revisión rigurosa y esto hace que se esfume el encanto. No sucede así con el esfuerzo pedagógico y comunicacional de la Sala Didáctica del Museo de Antioquia que con ingenio y seducción detiene a los estudiantes». Era la primera vez que un museo tradicional como es el Museo de Antioquia, que tiene en su poder obras de reconocidos artistas locales, nacionales e internacionales, se enfrentaba a organizar una muestra que no tenía en su colección ni cuadros, ni dibujos, ni ninguna otra forma de materialidad tradicionalmente artística. Vestidos, maniquís y figurines eran los elementos a los que hacía frente la museografía y curaduría clásica.

Agatha Ruiz de la Prada, Objeto-vestido, Museo de Antioquia, 2008. Foto tomada de El Colombiano.

Agatha Ruiz de la Prada, Objeto-vestido, Museo de Antioquia, 2008. Foto tomada de El Colombiano.

Se enfrentaban dos concepciones de entender la colección, la curaduría y el museo mismo como nichos vinculados al arte en un sentido restringido. Al respecto, Marilú González, en su tesis de maestría de la Universidad de Cuenca (México) “El Ecosistema arte”, cita al crítico de arte norteamericano Arthur Danto para señalar que:

“El reconocimiento del arte no es algo radical. Al dejar de ser necesariamente una representación, tal vez como estrago de las reacciones a la guerra y el antagonismo político de otras épocas, la kalliphobia (aversión a la belleza) pareció entronizarse más en el criterio del arte contemporáneo” (2004). Sin definición, según este autor, la crítica ponderará un arte libre de encasillamientos o diferenciaciones, y el arte ya no se condicionará ni por su definición, ni por su calidad, ni por su estética (1998).

El arte, entonces, desprovisto de estas etiquetas abrirá y expandirá sus redes a otras nociones y/o concepciones de entender la relación de los objetos con el museo, la colección y la curaduría; por ejemplo, si bien muchas de las prendas no gozaban de una buena factura eran piezas-objetos, aunque fueran malos; semióforos en el sentido que lo describe KrzysztofPomian, (2010): “un objeto visible investido de significación”.

La diseñadora posando ante uno de sus vestidos expuestos en el Museo de Antioquia. Foto tomada de: Rionegro.com.ar

La diseñadora posando ante uno de sus vestidos expuestos en el Museo de Antioquia. Foto tomada de: Rionegro.com.ar

Los objetos son más que cosas puestas por ahí, por algo o alguien. Las prendas-objeto que no circulan bajo el sistema capitalista de la compra y de la mercancía se han insertado en un guión curatorial que responde a unas lógicas espaciales y a una distribución de los objetos bajo una narrativa (autobiográfica), la de Agatha Ruíz de la Prada, quien de joven quiso ser pintora y la pintura terminó inundando de color a sus vestidos, saturados de un estética pop, kitsch y pintoresca.

El concepto mismo de colección se puso en entredicho; se curaba una colección ¿de qué? o ¿para qué? Esculturas, dibujos, instalaciones, vestidos… artistas, diseñadores… categorías que obedecen a un orden moderno del arte y de la moda. Supongo que el interrogante al distribuir las piezas en el espacio fue no caer en el decorado de una boutique o tienda de moda, y si lo hacía con esa intención, ¿Cómo iba a diferenciarse una cosa de la otra? ¿Cómo se haría saber al espectador que no estaba ante una vitrina, sino ante piezas artísticas? Una estética expandida propendería por abolir estas categorías y hablar más desde una serie de objetos que crean experiencias capaces de poner en diálogo al público sea cual sea, con el objeto, sea cual sea. Como la misma Agatha Ruíz lo menciona en una entrevista concedida al diario El Tiempo y publicada el 11 de junio de 2008:

“La idea es que la exposición, que incluye muchos de los vestidos de su clóset personal, les provoque algo a quienes la visiten, «por eso no es cronológica, es más una explosión de formas y colores, un autorretrato», explica, mientras se toma un café y se acomoda la diadema de flores verdes que completa las medias rosadas, el vestido lleno de figuras coloridas, los zapatos rojos y el bolso naranja.”

Agatha Ruiz de la Prada. Arte y/o Moda abrió una brecha en la curaduría tradicional y en la forma de pensar el arte y la moda, ya que en una escala local desafió conceptos que en Europa y Norteamérica ya se habían comenzado a desafiar décadas atrás, cuando el MET, en 1983, decidió hacer una retrospectiva de Yves Saint Laurent, siendo en ese entonces el primer diseñador vivo en tener tal reconocimiento. Digamos que de una u otra forma la historia se repitió veinticinco años más tarde en el Museo de Antioquia y que la exposición cuestionó los estatutos del arte antioqueño y nacional sobre la disyuntiva de si la moda puede ser arte o no.

La ambivalencia misma de la palabra “colección”, para designar el conjunto de prendas que temporada tras temporada exhiben los diseñadores, se cruza con el significado tradicional de una acumulación de objetos bajo un orden determinado, aunque ¿quién puede decir que a la final eso no es una colección de moda? ¿O que en un desfile no existe una curaduría? El hecho de decidir quién abre o cierra un desfile lleva implícita la función curatorial de crear narrativas a través de los objetos, en este caso las prendas. El museo entonces actúa como legitimador de las piezas extraídas del circuito de la moda.

Fernando Aguirre, responsable de liderar la empresa que sostiene la marca Agatha Ruiz de la Prada, en un artículo publicado por el sitio web de Inexmoda, describió a la muestra como“trajes con ruedas, iconos pop realizados en seda multicolor, homenajes a los artistas contemporáneos que más han influido en su peripecia creativa, vestidos inacabados que ofrecen mil posibilidades a la imaginación… El visitante enseguida intuye que Agatha se siente más cómoda como artista total que como diseñadora”.

La importancia del acto de entronizar prendas en un museo va más allá de un juicio sobre si estas son consideradas piezas de arte y/o moda hechas por una diseñadora o artista. Su potencia está en el cuestionamiento que significó para los tres elementos mencionados (colección, curaduría, museo), así como en albergar, organizar, poner en un diálogo espacial objetos que eran formalmente vestidos y no formas tradicionalmente aceptadas en el sistema arte. Esta que fue la primera vez que en Colombia se llevaban prendas de una diseñadora a un museo de arte tradicional y de gran impronta en la escena artística nacional y regional. Agatha Ruiz de la Prada Arte y/o Moda abrió nuevos horizontes y nuevos caminos en las prácticas curatoriales contemporáneas del ámbito nacional, dejando a su vez un sin sabor entre artistas y diseñadores que buscaban algo más que prendas sobre maniquíes.