Literatura

Una tarde con el petirrojo

8 / 05 / 2019

Erase una vez un domingo y un libro de cuentos de José Zuleta Ortiz. La tarde del petirrojo me atrapó desde la primera hasta la última página, aunque quedé con una extraña desorientación después de leerlo.

Llegado el domingo y, sin querer ver nada en Netflix, tomé un libro de cuentos con una hermosa imagen de portada —Idilio entre flores, de Joaquín Sorolla— y publicado por Sílaba editores. Después de comenzar a las once de la mañana no pude detenerme.

Cada cuento que conforma a La tarde del petirrojo fue para mí un mundo intrigante que me hizo querer llegar al desenlace de la primera historia, la cual serviría como conectora de las demás. Al comenzar a leer, me percaté de un pequeño detalle que sería resuelto en uno de los cuentos y al finalizar el libro.

Los cuentos se van sucediendo a lo largo de este libro y son una mezcla de humor e ingenio, porque luego de vivir las escenas que describe el autor, terminas sorprendido con su contundencia para llegar a un final que te saca una sonrisa o un gesto de asombro.

El séptimo cielo es un claro ejemplo de esa narrativa que logra involucrarte en la historia de sus personajes: la escena de las mujeres bailando salsa y el ambiente de fiesta, relajación y un poco de tensión sexual que hay alrededor de ellas es maravillosa, así como la descripción de los celos que dominan a uno de los personajes masculinos, quien juega con un arma a la ruleta rusa mientras ellas no paran de bailar y cuyo acompañante, inmerso en el baile de las mujeres, no se percata cuando él lleva el revolver a su sien tentando a la suerte. Y en medio de tanta tensión, es imposible no preguntarte si este cuento se conecta con el que le da inicio al libro.

Y así transcurrió ese domingo, entre El carrito de la mucama, Un cuento chino y La Tarde del petirrojo. Eran las cinco de la tarde cuando por fin ese pequeño detalle que apareció al inicio comenzaba a cobrar sentido. El autor llega al culmen del libro de una manera espléndida, la intriga es resuelta en los últimos capítulos y quedé con la sensación de querer más. ¿Cómo es posible que el autor, de manera tan descarada, te deje con esa sensación?

Siendo las ocho de la noche mi tarde con el petirrojo había llegado a su final y, cuando cerré el libro, solo pude pensar que siempre fue Sofía.

¿Cómo calificar La tarde del petirrojo?

El mejor calificativo que puedo darle a este libro es contundente. Su narrativa te atrapa y traslada a cada una de las historias relatadas. El libro puede acompañarte cuando necesites algo de distracción, sus cuentos logran alejarte de Netflix, Facebook o Instagram. Mi recomendación es leerlo calmadamente, apagar tu celular y darte la oportunidad de construir, a través de este libro, tus propias series.

Sin ser un conjunto de relatos pretencioso, La tarde del petirrojo te atrapa como lector, entreteniéndote con narraciones bien ejecutadas que indudablemente hacen parte de un ejercicio minucioso de su autor quien, en esas cortas páginas, logra construir personajes complejos y escenas maravillosas.

José Zuleta es un cuentista colombiano contemporáneo. Ha publicado otros libros como Todos somos amigos de lo ajeno, Las alas del súbdito y Descanse en paz la guerra, y recibido distinciones como el Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura en 2009 y el Carlos Héctor Trejos. Además de los premios y del reconocimiento como cuentista, Zuleta es fundador y director del programa Libertad Bajo Palabra, con el cual se dictan talleres de escritura en 21 cárceles de Colombia.

Quizás ese contacto con la realidad le permitió escribir historias intensas y ágiles como las de La tarde del petirrojo, ya que se ajustan perfectamente a la cotidianidad de un país como Colombia, compartiendo sentimientos tan hondos como la decepción, los cuales se hacen presentes al instante, tal como ocurre en el cuento El carrito de la mucama, en el que un poeta que pensaba que su libro sería seleccionado y presentado en un festival de poesía en México, luego de regálaselo con dedicatoria a una amiga poeta que conoció en un festival de la ciudad y con quien se fue a bailar y tomar ron, lo encuentra en el carrito de la mucama del hotel, dónde se hospedaban él y los otros invitados al festival de poesía, listo para ser desechado como todos los libros de los poetas que asistían al festival.

Así que si gustas de historias como estas, cortas pero profundas, este es tu libro. Date una oportunidad, desconéctate de los smartphones y conéctate a la Tarde del petirrojo.