Editorial

Cultura a las urnas: la cultura en los planes de los candidatos a la Alcaldía de Medellín

22 / 10 / 2019

Medellín elegirá nuevo alcalde este 27 de octubre y desde Laterales Magazine queremos dejar algunas reflexiones sobre las propuestas en cultura de los candidatos a la Alcaldía de Medellín.

Las elecciones para alcaldías y gobernaciones siguen adelante, y en menos de una semana los ciudadanos elegirán qué rumbo van a tomar las administraciones públicas de sus municipios y departamentos. Por eso creemos que, desde los medios de difusión cultural, también hay que observar qué tan pertinentes son las propuestas en cultura de los planes de gobierno de los candidatos punteros en las encuestas.

Para este ejercicio, optamos por analizar las propuestas de los primeros cuatro candidatos de la última encuesta realizada por Invamer el 11 de octubre de 2019 para la revista Semana, Caracol Noticias y Blu Radio, para la alcaldía de Medellín.

A modo de antecedente hay que anotar que en Medellín, durante los últimos 18 años, se ha incrementado la inversión en el sector de la difusión cultural. Con todos los errores y retos, sin duda alguna se ha construido lentamente un tejido social enfocado en ello; contrario a lo ocurrido durante las décadas de los 80 y 90, cuando la difusión cultural fue prácticamente olvidada por las administraciones locales.

Durante estas décadas, los movimientos sociales fueron en gran medida los arquitectos y constructores de los procesos culturales dentro de las comunidades. Procesos como Picacho Con Futuro en la comuna 6, la Corporación Convivamos en la comuna 1 o la Corporación Cultural Nuestra Gente en la comuna 2 son algunos ejemplos de cientos de organizaciones sociales y culturales que emergieron durante esas décadas para llenar el vacío y abandono estatal en sus comunidades, y además hacen parte de esa presión comunitaria a las administraciones municipales para darle la relevancia que merecía al sector cultural.

Desde inicios de los 2000, este sector pasó a tener mayor relevancia dentro de las políticas públicas del municipio de Medellín, debido a que los procesos de las comunidades comenzaron a influir más en la difusión cultural y a recibir una mayor inversión de las administraciones municipales.

Durante la administración de Sergio Fajardo y sus sucesores: Alonso Salazar, Aníbal Gaviria y Federico Gutiérrez, la cultura se convirtió en un caballito de batalla para conquistar la alcaldía y, si bien a cada uno de estos alcaldes se le puede hacer una fuerte crítica por la interrupción de algunos programas, acabando con el desarrollo de procesos que necesitaban más tiempo para ser exitosos; se debe reconocer que, en líneas generales, hay una continuidad en las políticas públicas de cultura que las organizaciones del sector han logrado llevar adelante.

2019: tiempo de campañas

2019 está llegando a su final y, como cada cuatro años, vemos el desfile de los candidatos que compiten por llegar a la administración municipal en medio de un clima peligroso de polarización política. A estas alturas de campañas ya algunos candidatos se han perfilado como los más opcionados para administrar a Medellín durante los próximos cuatro años.

Los que van punteando, según la encuesta de Invamer del 11 de octubre del presente año, son: Alfredo Ramos, del Centro Democrático (36,2%); Daniel Quintero, candidato Independiente (25%); Santiago Gómez, “el de fico” (15,1%); y Beatriz Rave, del Partido Verde (6,9%). Ellos son, como lo muestra la mencionada encuesta, los que han logrado conquistar la preferencia de los electores. También aparecen Juan David Valderrama de Todos Juntos (4,5%); Juan Carlos Uribe Vélez, por Medellín Avanza (4,2%), y Víctor Correa Vélez del Polo Democrático (3,3%).

La pregunta entonces es: ¿los ciudadanos conocemos sus propuestas en cultura? Acá nos proponemos mostrar qué planean estos candidatos a la ciudad sobre cultura y los riesgos y oportunidades que tiene este sector con las propuestas de estos candidatos de hacerse realidad.

No sobra recordarles que en 2017 el valor agregado del sector cultural alcanzó los $8.85 billones de pesos. La Cuenta Satélite de Cultura y Economía Naranja (CSCEN) del DANE además confirma que el crecimiento 2015-2016 fue del 2,4% y calcula provisionalmente un crecimiento del 0,8% entre 2016-2017. Es importante resaltar que entre 2005 y 2017 el crecimiento promedio del campo cultural fue de 5,5% y, según la Cámara de Comercio de Medellín, las actividades culturales y creativas generan 33.000 empleos formales “en 6.562 empresas que tienen activos que se acercan a los 3,5 billones de pesos”, tal como señaló un artículo de El Colombiano.

Alfredo Ramos, ¿el destructor?

Leer la propuesta de cultura del plan de gobierno del candidato Alfredo Ramos es inquietante, acercándose a lo alarmante. Comencemos por decir que las “propuestas” parecen ideas – así están tituladas dentro del plan de gobierno- sacadas de una reunión improvisada, y queda la sensación que el equipo del candidato Ramos no es de Medellín y de que no tiene la más mínima idea de lo que se ha construido en cultura durante los últimos veinte años.

Comencemos con las conferencias inspiradoras para los jóvenes de Medellín. Con estas se busca prevenir que caigan dentro de las estructuras criminales, invitando para este efecto a figuras reconocidas en la ciudad para que cuenten sus historias de superación personal y sirvan como ejemplo a los jóvenes que se puede emerger en medio de las dificultades. Los conferencistas serían futbolistas como Juan Fernando Quintero y Cuadrado, o Youtubers y cantantes como J Balvin, Nicky Jam, Luisa Fernanda W, Andrea Agudelo, Karol G, entre otros.

Sí, las conferencias de superación personal serán la llave mágica que logre hacer que los jóvenes de Medellín cambien sus aspiraciones y sueños, porque lo que necesita esta ciudad son más youtubers, cantantes y futbolistas que contribuyan con el desarrollo, a la vez que se invisibilizan a otros actores del arte y la cultura. Obviamente valoramos lo que algunos de estos personajes han realizado en su vida; sin embargo, esta visión superficial de la “estrella” de turno desconoce muchos otros actores de la escena cultural que ya han demostrado haber hecho más por los jóvenes de los diversos entornos de vulnerabilidad de la ciudad.

Siguiendo con las propuestas del candidato Ramos, tenemos la de llevar eventos gratuitos a las comunas y corregimientos de Medellín, especialmente a los más desfavorecidos. Estos eventos, apunta el plan de gobierno, se realizarían en fechas importante para esas comunidades. Sin duda alguna una propuesta muy loable, pero deja más incertidumbres que certezas: ¿cómo se realizarán estos eventos?, ¿las organizaciones culturales de esas comunidades tendrán acceso a la contratación para la ejecución de esos eventos?, ¿cómo es que este tipo de eventos fortalecerían las dinámicas de los procesos culturales de la ciudad?

Tal vez una de las inconsistencias más llamativas en las propuestas de cultura del candidato Ramos sea la de cambiar las actuales bibliotecas por centros tecnológicos, pero ¿por qué es una inconsistencia? Resulta que en otra de las propuestas se habla de la economía naranja y la creación de unas zonas de desarrollo naranja donde se impulsará el cine, las artes visuales, las bibliotecas y otros tipos de actividades derivadas del capital humano; por lo que es extraño que en un punto quiera cambiar las bibliotecas por centros tecnológicos (esperamos que no sea el cierre de estas) y en otro hable de crear zonas que también contienen bibliotecas. ¿Serán estas bibliotecas nuevos elefantes blancos?

Para terminar con las propuestas de Ramos, vemos una extraña obsesión por querer construir. Hace falta demostrarle al candidato que la ciudad lo que necesita es fortalecer su rango de ofertas de difusión cultural, y no crear más espacios que con los años se quedarán abandonados y sumidos gradualmente en la obsolescencia. Su propuesta de construir nuevos escenarios para centros culturales sería mucho más interesante si se enfocarán más recursos en repotenciar los existentes.

La construcción de nuevos museos, cuando los existentes sólo pueden continuar en funcionamiento mediante intervenciones del sector privado, es un acto de irresponsabilidad. Si bien es cierto que la ciudad necesita un espacio para las ciencias naturales, ¿por qué no fortalecer entonces al Parque Explora y buscar que los museos existentes puedan mejorar sus exposiciones y se abran a la ciudad a través de las casas de la cultura u otros espacios que puedan albergar colecciones itinerantes? En todo caso, sería más práctico y menos costoso que construir varios museos nuevos.

Por último, asusta cómo se menciona en una columna de El Colombiano -escrita por Julián Posada- su deseo de destruir el Parque Arví para la construcción de un parque de atracciones. Algo aterrador, porque acabaría con un pulmón del Oriente Antioqueño que está amenazado por la urbanización incontrolable.  Queda entonces la duda de si el candidato Ramos respetará lo que se ha construido en cultura o si, en cambio, retomará la “hermosa” tradición de borrar todo lo construido por anteriores alcaldes para intentar “construir” una nueva cultura.

Daniel Quintero, ¿la utopía 4.0?

Continuando el análisis de las propuestas de cultura de los candidatos a la alcaldía de Medellín nos encontramos con las de Daniel Quintero: un candidato que, al igual que Ramos, no tiene ninguna experiencia en un cargo de la importancia de ser alcalde de la segunda ciudad de Colombia. Dejando ese detalle de lado, debemos decir que Quintero se presenta como una opción independiente –terminó bastante sobre utilizado en la actualidad- y sus propuestas de cultura parecen menos aterradoras que las del candidato Ramos, aunque no todo es color de rosa.

La propuesta más inquietante tiene que ver con reconstruir el Teatro Junín, espacio en el que quedaría ubicada la Cinemateca Municipal. La propuesta, en un primer momento, parece maravillosa y romántica: revivir un edificio del pasado arrasado por el desarrollo capitalista textilero puede sonar hermoso. Pero ¿para qué construir un nuevo teatro cuando los existentes tienen problemas para funcionar? Señor Quintero, las segundas partes, la mayoría de las veces, no son buenas. Le diríamos al candidato que deje su afán de dejar una huella de cemento y que mejor opte por restaurar el teatro Lido o la casa de Pastor Restrepo, ubicada también en el mismo Parque de Bolívar, para así preservar el patrimonio arquitectónico y darle espacios renovados a la ciudad.

Continuando, Quintero nos propone un Festival Internacional de Reggaetón, que busca mostrar a los artistas medellinenses de este género y ser una oportunidad de encuentro entre productores, artistas y realizadores audiovisuales (entre otros) “para generar redes de negocios y generar riqueza a la ciudad”. Igual que la propuesta de reconstruir el teatro Junín, nos parece que el candidato no ha tenido tiempo de revisar otros espacios que pueden contribuir a generar esas redes de negocios para los artistas y no sólo del género reggaetón, sino también de otros géneros. Le propondríamos al candidato que revise algo que se llama Circulart y que, en vez de gastar miles de millones en un festival, apoye este tipo de iniciativas.

Santiago Gómez, ¿la segunda parte de Fico?

Tomándose muy a pecho su papel de continuador de la actual administración (algo que deja muy en claro en su plan de gobierno, que a ratos parece más un informe de gestión de Fico), Santiago Gómez (para quienes no lo conocen, “El de Fico”), promete mantener en cultura la misma línea que hasta ahora ha seguido su mentor y padrino, aunque agrega tres propuestas que llaman la atención.

La primera tiene que ver con la construcción de tres nuevas sedes de Ruta N orientadas al arte, el diseño y la tecnología; y que estarían ubicadas, además de la actual, en El Chagualo, Perpetuo Socorro (donde hoy funciona la bodega de Comfama) y el barrio Prado Centro. Mientras la del Chagualo estaría dedicada a ciencia y tecnología, la del Perpetuo Socoro impulsaría la comunicación y arquitectura, y la de Prado Centro las artes plásticas.

A primera vista, la propuesta es atractiva en tanto que, tentativamente, dinamizaría la difusión cultural y también los espacios donde estarían ubicadas estas nuevas sedes. Igualmente, se le resalta su intención de descentralizar la actual sede y sectorizar la cultura en distintos sitios de la ciudad, ya que esto podría, además de crear focos de pluralidad, convocar aún más a los actores y difusores culturales que se desenvuelven en dichas áreas.

Sin embargo, es inevitable preguntarse por la necesidad de construir otras nuevas sedes de Ruta N cuando bien se podría dinamizar aún más la que existe y destinarla también a la ciencia y tecnología, la comunicación y arquitectura y las artes plásticas. Aunque los aportes de Ruta N en cuanto a innovación han sido muchos, es innegable el desconocimiento de este espacio para muchos habitantes de la ciudad; por lo que enfocarse solamente en la actual y asignarle más áreas de trabajo ayudaría no sólo a su reconocimiento y consolidación, sino también a su sostenibilidad y al fortalecimiento de las áreas a las que el candidato ha puesto su interés.

La segunda propuesta, en cambio, es un abuso del faraonismo porque se trata de la construcción de un cable turístico al Cerro Nutibara, uno de los cerros tutelares de Medellín y donde, además del tradicional Pueblito Paisa, se encuentran el Teatro al Aire Libre Carlos Vieco Ortiz y el Parque de las Esculturas. Es cierto que Medellín, tal como especifica el candidato, se ha convertido en un importante centro turístico; pero un cable al Cerro Nutibara no es lo más adecuado para impulsar este renglón de la economía en la ciudad ni el lugar en general porque el dinero que demandaría su construcción, además de tratar de solucionar un inexistente problema de accesibilidad al cerro, podría muy bien invertirse en promocionar el turismo desde otros frentes.

La tercera y última propuesta tiene que ver con la construcción de un centro de eventos con capacidad para entre 30.000 y 40.000 personas, contiguo al Parque Norte, y la remodelación del Palacio de Exposiciones. Es bien sabida la falta de un gran centro de eventos en la ciudad y que los que cumplen actualmente con esta función se quedan cortos ante el aumento de público y la creciente agenda cultural de la ciudad, por lo que la construcción de un nuevo centro optimizaría esta demanda y posicionaría a Medellín como una ciudad mejor dispuesta para la difusión cultural. Ahora bien, el centro se construiría en lo que actualmente es el Estadio Cincuentenario, por lo que habría que definir muy bien a qué escenario deportivo irían a parar los clubes de fútbol que entrenan allí, con el fin de no generar traumatismos y sobre todo no interrumpir los procesos de formación social y deportiva que ya tienen allí cientos de niños y jóvenes.

Beatriz Rave, culturalmente dispersa

Continuando este análisis de las propuestas en cultura de los candidatos a la Alcaldía de Medellín, pasamos a la candidata Beatriz Rave, quien entre sus propuestas tiene un pequeño aparte dedicado a cultura mezclado con educación y diversidad.

Aunque la candidata en la presentación de su plan de gobierno asegura que la cultura, junto con el deporte, el encuentro ciudadano, el emprendimiento y la innovación; es un vehículo para visibilizar a los ciudadanos y fortalecer la convivencia, sus propuestas en la materia son dispersas. En el capítulo de su programa “Medellín capital diversa y cultural”, menciona una sola propuesta propiamente de cultura: “Descentralización de las políticas culturales. Expansión barrio a barrio de las oportunidades. La política cultural es ante todo una política social”. Lo inquietante es que no especifica cuáles políticas culturales se descentralizarán, ni cómo lo hará; dejando bastantes dudas en cuanto a esta propuesta.

El resto de propuestas tienen que ver más con la educación (como prevenir el bullying) y fomentar la integración de la comunidad LGBTI, pero en cultura no propone nada más, dando a entender que, en la práctica, ésta no es  preponderante en su agenda pese a que páginas antes haya dicho todo lo contrario.

Juan David Valderrama, ¿son necesarios más estímulos?   

Aunque el título de su apartado dedicado a cultura es un abuso del lugar común (“Medellín vibra con el arte y la cultura”), al candidato Juan David Valderrama se le abona la concreción y el no prometer imposibles, además de tener una mirada diversa e integral del sector cultural que incluye a las bibliotecas, las economías creativas, la formación de públicos, el arte urbano y otros frentes. Sin embargo, su propuesta de entregar 350 estímulos en arte y cultura anuales y abrir nuevas convocatorias para expresiones artísticas y culturales emergentes genera inquietudes. ¿No generará esto una saturación, teniendo en cuenta que anualmente se realiza la convocatoria de becas y estímulos para arte y cultura?, ¿Cuáles son las expresiones artísticas y emergentes que se incluirán en estas nuevas convocatorias?, ¿Cómo se hará el debido control a estos nuevos estímulos para que haya igualdad y el dinero no se quede en los mismos?, son algunas de las preguntas que surgen al momento de leerla con detenimiento. Claro, una cosa es pensar esta propuesta desde afuera y otra muy distinta la que piensa el candidato y su equipo desde adentro, pero cuando se trata de dinero siempre hay que pensar en la pertinencia y responsabilidad.

Juan Carlos Vélez Uribe, crear sobre lo ya creado

Resucitado en la política después de su nefasta entrevista sobre la campaña del plebiscito por la paz, el candidato Vélez Uribe aspira conquistar el cargo de la alcaldía de Medellín. Revisamos su plan de gobierno, específicamente sus propuestas de cultura, y nos encontramos con pequeños detalles que llamaron nuestra atención, comenzando por la creación de un ente que ya fue creado en 2016, el Consejo Municipal de Cultura. Sí, señor Vélez Uribe, su innovadora idea de crear un ente para ayudar a gestionar los recursos para la cultura del municipio ya existe. Además que el plan de generar más burocracia para la cultura no se detiene ahí: otras propuestas como la de crear un observatorio de la cultura local, que se encargaría de investigar y analizar el desarrollo cultural y artístico de la ciudad, tiene cierto grado de pertinencia pero vuelve a caer en ese vicio de querer crear lo ya creado. ¿Por qué su equipo de trabajo no indagó sobre los grupos de investigación de las universidades de la ciudad que se dedican analizar e investigar los procesos culturales y artísticos de la ciudad? ¿No sería más beneficioso para la ciudad, en vez de crear otra institución pública burocratizada, apoyar a los grupos de investigación de las universidades locales que trabajan sobre la cultura?

Ni que decir de su propuesta de impulsar un “programa a nivel profesional en Gestión Cultural en una de las Instituciones Universitarias de la ciudad”. ¿Sabe Vélez Uribe que actualmente hay una Maestría en Gestión Cultural dictada por la Universidad de Antioquia y que, además de profesionalizar esta necesaria labor, ha cualificado al sector cultural? Otra vez el candidato pretende crear sobre lo ya creado, cuando podría fortalecerlo y aumentar su alcance e impacto.

Queda en falta un mayor desarrollo de la propuesta de protección del patrimonio cultural que menciona brevemente. ¿Qué bienes se protegerán y cuáles entidades serán las encargadas de ese programa? ¿Cómo se protegerán los “valores” de eso que denominan colombianidad? Sin duda el plan trata de mostrar un interés en la cultura, pero al igual que otros candidatos peca en el desconocimiento de los procesos culturales gestados en cada comuna de Medellín.

Víctor Correa, muy bonita la cultura, pero… ¿y qué más?

En su denominado enfoque de cultura, el candidato Víctor Correa no se mide en elogios a la cultura. Con toque poético que llega a grandilocuente, asegura que la ciudad no es sólo cemento y acero, sino también “historia, es mito, es música, es danza, es escultura y pintura, es arte y símbolos, y es también entretenimiento, imaginarios y visiones colectivas de sus gentes”, para luego insistir que las artes y la cultura deben “ser impulsadas y protegidas como forma de conservar y redefinir nuestra identidad” porque ambas permiten “llenar la vida de nuestros ciudadanos de la virtud de la creatividad y la contemplación”. Bellas palabras con que el candidato presenta sus propuestas en cultura, aunque se quedan en el cliché de la cultura como manifestación de lo sensible que, sí o sí, hay que conservar cual pieza de museo.

Entrando en materia –y después de presentar un diagnóstico de la poca participación de la gente en actividades culturales–, las propuestas de Correa no superan los clichés de su introducción y, además de sacar a flote una visión asistencialista de la cultura, no plantean nada nuevo (como Vélez Uribe, pretende crear sobre lo ya creado, por ejemplo las jornadas únicas para la formación y artística en los centros educativos que ya existen) y se quedan en mero accesorio que poco dinamizarían al sector cultural. Más allá de llevar una agenda de eventos a centros comerciales (en una alianza con la empresa privada que no detalla muy bien), aumentar la presencia pública y oferta formativa con actividades artísticas y culturales en los barrios deprimidos de la ciudad (actividades que no detalla, así como tampoco si  trabajará de la mano con las organizaciones o colectivos culturales que haya en dichos barrios), al igual que el número y monto de las becas de creación, Correa no se arriesga a proponer algo nuevo o, al menos, a hacer una lectura más amplia del sector cultural que de manera activa incluya a sus actores y lo dinamice como renglón importante del desarrollo social y económico de la ciudad.

Ahora bien, sus propuestas de implementar y vigilar la Ley del Actor (de la que fue coautor en el Congreso) y posicionar al Centro de Medellín, especialmente el barrio Prado, como un distrito artístico y cultural, nos parecieron pertinentes, porque mientras la primera busca la promoción, protección y estimulo del trabajo de los actores,  la segunda busca activar un sector de la ciudad que, pese a su riqueza patrimonial, ha caído en el olvido y varias iniciativas de reactivarlo no han podido prosperar. Faltó eso sí que Correa detallara más el cómo haría realidad estas propuestas, porque ambas demuestran que la cultura es más que una edulcorada frase como las que él utilizó para presentar sus propuestas.

Jairo Herrán, Medellín Humana ¿y sin cultura?

Aunque en la encuesta que sirvió de base para este análisis no aparece el candidato del partido Colombia Humana para la alcaldía de Medellín, buscamos si tenía propuestas en cultura y el panorama no fue muy alentador. Al leer el plan de gobierno del candidato Jairo Herrán toca buscar con lupa algún capítulo destinado a la cultura, pero solo se puede encontrar el término cultura diseminado en las diferentes propuestas que desarrolla para una Medellín humana. Podríamos pensar que para el candidato la cultura es un eje transversal de su plan de gobierno, pero al ser tan difusa su propuesta da la sensación de no existir.

Deja ciertos cuestionamientos que un movimiento político que se quiere afianzar en la política regional pase por alto algo tan importante como una propuesta cultural seria y coherente. En ese aspecto se pueden dar la mano las campañas de Ramos (CD) y Herrán (Colombia Humana-UP) ya que ambas ven a la cultura como un detalle cosmético que simplemente puede embellecer sus discursos políticos.

Conclusiones

Las conclusiones de este análisis a las propuestas en cultura de los candidatos a la Alcaldía de Medellín demuestran la existencia de diversos pecados capitales que se siguen cometiendo.

El primero es la desconexión de muchos candidatos con las organizaciones y los procesos culturales gestados en las diferentes comunas de Medellín. Parece ser que los equipos de trabajo no hacen la tarea completa: “untarse” de pueblo y construir sus propuestas con las comunidades; en cambio siguen recurriendo a sacar ideas mágicas bajo la manga y sentados en sus escritorios.

El segundo pecado es creer que antes de ellos no existía la cultura y que vienen como Prometeo, con el fuego del Olimpo, a iluminarnos. No, candidatos, deben aceptar que antes de ustedes ya había cultura y no pueden pretender construir lo ya construido, o peor aún, destruir para construir lo que sus egos e intereses económicos quieren. La invitación es a valorar lo que está construido y fortalecerlo.

El tercer pecado de algunos candidatos es creer que la cultura está ligada a la cantidad de edificaciones que se construyan. Es real, Medellín adolece de algunos escenarios necesarios (como un centro de espectáculos), pero hay asuntos que deben ser prioridad, como salvaguardar el patrimonio arquitectónico que sigue siendo derrumbado, potenciar los centros culturales que ya existen en la ciudad y fomentar en los ciudadanos la apropiación de estos espacios.

Y, por último, el pecado del asistencialismo. Es por todos bien sabido que la cultura y el acceso a la misma son derechos garantizados por la Constitución Política de Colombia; pero también es sabido que la cultura, como el medio ambiente, son normalmente los patitos feos de los diferentes gobiernos. Sin embargo, no se puede seguir fomentando un asistencialismo absoluto a todos los procesos culturales a un nivel tan peligroso que la dinámica cultural dependa de los presupuestos públicos. El próximo alcalde debe tener claro fortalecer la cultura como un proceso sostenible en el tiempo, a través de una ciudadanía que consuma cultura como algo necesario para enriquecer sus vidas.

El mejor ejemplo de que esto es posible es la industria editorial, que tras varios años de trabajo ahora comienza a dar sus frutos. Año tras año las diferentes editoriales pequeñas conquistan diversos públicos que además de comprar sus libros, generan un ciclo económico que hay que fortalecer y dinamizar. En ese sentido, esperamos que las administraciones se comprometan en programas de largo alcance. Roma no se construyó en un día y formar públicos no se hace en cuatro años.