Filbo

Mario Vargas Llosa: el último sobreviviente

26 / 04 / 2018

Del Partido Comunista Peruano a defensor acérrimo de las ideas del liberalismo. Vargas Llosa, el último del boom latinoamericano, conoce qué significa la muerte simbólica. Así fue su charla en la FILBo, desde una óptica subjetiva y personal.

Las filas interminables, el auditorio José Asunción Silva — el más grande de Corferias — a su máximo aforo,  periodistas y curiosos, todos estábamos ansiosos por ver a quien llegó a ser uno de los más íntimos de Gabriel García Márquez.  

La presencia de Mario Vargas Llosa en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) hizo alusión a la idea central de esta edición: “siente las ideas”. Y él tiene la gran capacidad de no pasar inadvertido, genera sensaciones opuestas, preguntas retóricas, amores, odios, admiraciones y, en lo que a mí concierne, profunda admiración su trabajo literario, pero reticencia ante sus cambios políticos. Sé que no es políticamente correcto criticar a un Nobel y no lo haré, o al menos eso me prometí; pero usando el valor del disentimiento, propio de la democracia liberal, para entender lo que él autodenomina su “biografía intelectual”.  

La llamada de la tribu, el más reciente libro de Vargas Llosa, prometía ser un texto que no pasaría inadvertido. Acepto que no lo compré, las motivaciones no eran suficientes para hacerlo. Sin embargo, en mí no dejaba de rondar la idea de encontrar la auténtica muerte simbólica al comparar al Vargas Llosa de los 50s y 60s, con el que estaría en Bogotá el 21 de abril de 2018. Al respecto, comparto lo que César Rodríguez Garavito escribió poco después de que el primer Nobel peruano recibiera esa distinción: “ganar un premio nobel es morir un poco: se agotan las cumbres por conquistar y se adquiere esa aura de perfección beatífica que sólo se les reconoce a los finados.” Hace no mucho leí algo acerca de la “muerte simbólica” en el filósofo esloveno Slavoj Žižek y la capacidad de reinventar la identidad, pero un ejemplo tan claro como Vargas Llosa resulta insólito en el mundo de las letras.  

El conversatorio con el Nobel empezó justamente hablando de su identidad, la cual definió como “defensor de la democracia, el liberalismo, enemigo del populismo y lector acérrimo de Jean Paul Sartre”. Sobre su juventud y cercanía al Partido Comunista Peruano y la Revolución Cubana, afirmó que “mi llegada a Cuba fue conmovedora, yo vi a un pueblo entero movilizado con un enorme coraje”. Pero este entusiasmo desaparecería con las contradicciones que él observaba en Cuba, entre ellas las imputaciones realizadas al poeta Heberto Padilla y lo que denominó como “campos de concentración”, a donde iban a parar los contrarrevolucionarios, los disidentes y hasta los homosexuales. Después de escribir una carta al propio Fidel Castro, de recibir una respuesta cargada de violencia y realizar una visita a la Unión Soviética, Vargas Llosa se deslindó del proyecto político cubano.  

Tras este paso por las ideas socialistas, el autor de La ciudad y los perros reconoció que “la democracia no tenía una máscara de explotación o del imperialismo, sino que había valores en esta que hacían que la vida fuera más libre como la libertad de expresión y el progreso”. Una de las curiosidades reveladas por Rodrigo Pardo (moderador y director editorial de Semana) es que al maestro no le gusta que al liberalismo se le llame ideología, y en este punto pensé lo importante de contrastar esta postura con quienes han estudiado la ideología y sus usos en la sociedad. Por ejemplo, ¿qué pensaría el historiador y crítico Tzvetan Todorov de esta postura?   

La llamada a la tribu es una crítica al auge del nacionalismo y el populismo en el mundo. A través de diferentes pensadores que, según Vargas Llosa, han influenciado al liberalismo y sus posturas, afirma con ímpetu que “no tenemos derecho a ser pesimistas, nunca en la historia de la humanidad hemos estado mejor”.  

El Nobel recorre, a través del pensamiento científico, económico, social y cultural, lo que él define como “la defensa del liberalismo, la democracia, la economía neoliberal y la igualdad de condiciones como punto de partida”. Este libro, editado por Alfaguara, realiza una cartografía por un nuevo Vargas Llosa, uno que promete haber dejado atrás sus años de militancia en el Partido Comunista y su idilio con la revolución cubana.  

Este autor parece haber sido el último sobreviviente de una especie extinta. Después de 50 minutos, Vargas Llosa se retiró con prisa, entre las ya acostumbradas ovaciones. Por mi parte, este nuevo libro genera más preguntas sobre la capacidad de morir simbólicamente a nosotros mismos.  

 

*Hasta el próximo dos de mayo usted podrá disfrutar de charlas y talleres en la FILBo, consulte en el siguiente link toda la programación: https://feriadellibro.com/?d=agenda