Música

Chris Cornell, el héroe de los noventa

21 / 06 / 2017

Sorprendido se quedó el mundo de la música el 17 de mayo tras el fallecimiento del Chris Cornell, fundador de Soundgarden y uno de los últimos representantes del movimiento grunge. 

Quizás sonará a frase de cajón, pero quienes nacimos a principios de los ochenta y comenzamos a escuchar música rock en algún momento de nuestras vidas nos cruzamos con el grunge, un movimiento gestado en Seattle (Estados Unidos) que data aproximadamente de 1985 y que además de volver al sonido básico de la guitarra, el bajo y la batería, se salía completamente de la estética rimbombante del glam.

Tras su surgimiento, poco a poco el género atrapó seguidores a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Su propuesta tomó elementos del punk, como los ritmos en tres tiempos, las letras que cuestionaban a las relaciones personales, las identidades de los adolescentes, la política e incluso la misma forma de vestir y peinarse; el rock comenzó a bajarse de los zapatos de plataforma, y las licras, las camisas con el pecho descubierto, los peinados pomposos y el exceso de maquillaje fueron cambiados por los tenis Converse, los jeans rotos y la camisas leñadoras.

Foto tomada de: http://madamehunter.com

Jóvenes grunge

Fue precisamente en la ciudad donde se gestó toda esta revolución que nació, un 20 de julio de 1964, Christopher John Boyle, más conocido como Chris Cornell. Era hijo del farmaceuta Ed Boyle y la contadora Karen Cornell. Sus inicios en la música se remontan a la edad de 7 años, cuando empezó a tomar clases de piano, mientras que sus primeras influencias fueron Alice Cooper, Lynyrd Skynyrd y The Beatles.

A los 14 años afrontó la separación de sus padres, hecho que le llevó a dejar sus clases en la secundaria y de piano, para luego tomar las de guitarra y batería. Esto, además, le provocó una aguda depresión que lo alejó del mundo exterior, llegando a pasar alrededor de un año sin salir de su casa. Tras el abandono de sus estudios empezó a trabajar como ayudante de cocina en un restaurante, al tiempo que formó su primera banda, The Jones Street Band; una agrupación que hacía covers de Rush, AC/DC, Sex Pistols y The Ramones y en la que Cornell — quien decidió tomar el apellido de su madre — hacía de cantante.

Chris Cornell en su juventud. Foto tomada de Pinterest

Pero fue en 1982 cuando comenzó a tomar forma su carrera musical con la agrupación The Shemps, conformada por Matt Dentino, Kim Thayil y Hiro Yamamoto, y que luego de su separación en 1984 surgiría Soundgarden, llamada así por una escultura tubular ubicada en el parque Magnusun en Seattle, la cual hace sonidos al pasar el viento por ella.

Mientras Soungarden ganaba terreno, una banda comenzaba a despuntar en el movimiento de Seattle. Se trataba de Mother Love Bone, liderada por la potente voz de Andrew Wood. Apple fue su único trabajo y en él se notan las raíces de lo que luego sería el movimiento grunge, canciones simples pero a la vez bien elaboradas. También vale destacar que en el disco hay una fuerte influencia en las voces de Robert Plant, vocalista de Led Zeppelin, aunque la admiración de Wood siempre le perteneció a otro grande como lo fue Freddie Mercury.

Wood comenzaba a catapultarse como un ícono dentro de los músicos de Seattle, pero el ascenso de Mother Love Bone se vio interrumpido por la temprana muerte del cantante, causada por una sobredosis de heroína. Semejante pérdida tocó las fibras de sus colegas, en especial de su mejor amigo, Chris Cornell, quien en 1990 decidió hacer una banda/tributo llamada Temple of The Dog. Para ello reunió a los integrantes de las dos bandas más representativas del grunge, Soundgarden y lo que luego sería Pearl Jam. Su formación fue Stone Gossard, Jeff Ament, Mike McCready y Matt Cameron y Eddie Vedder, quien ya había adicionado para su futura banda. Su único trabajo — que lleva el nombre de la banda — cuenta con canciones como “Hunger Strike”, vocalizada por Cornell y Eddie Vedder, “Say Hello 2 Heaven”, “Reach Down” y “Wooden Jesus”. El proyecto catapultó a los dos cantantes dentro de la escena músical, sobre todo a quien lideró el mismo hasta 1992, año en que cada uno retornó a sus respectivas bandas.

Hablar de Soundgarden es hacer referencia a uno de los grupos de rock más subvalorados en la historia. Poco se ha hablado de su importancia y muchas de las bandas actuales (Stone Sour, Metallica – de la segunda mitad de los años noventa – Queens of the Stone Age) y hasta de la misma época (Silverchair, Alice in Chanins y Stone Temple Pilots) cuentan con una marcada influencia de Soundgarden. Si bien no alcanzaron el impacto comercial de Nirvana o Pearl Jam, musicalmente lograron álbumes que de inmediato se convirtieron en influencia para muchos, como Ultramega Ok (1988), Louder than Love (1989) o Badmotorfinger (1991). Estos muestran la evolución del rock alternativo, pero no dejan sus raíces hard rock, heavy metal, punk y rock psicodélico. La banda abrió un camino dentro del grunge con “Rusty Cage”, sencillo lanzado en 1991 y que fue reconocido como uno de los himnos rebeldes del movimiento, a tal punto que un gran cantante como Johnny Cash decidió hacerle un cover en 1996.

Los anteriores trabajos serían la maduración de lo que luego vendría en 1994 con Superunknown, tal vez la producción más aclamada por la crítica y que contó con sencillos como “Black Hole Sun”, “Spoonman” y “Fell on Black Days”. Desde mi perspectiva es el trabajo más elaborado y denso de la agrupación, sus canciones son una explosión de sentimientos que van acompañados de acordes fuertes y anímicos, pero también de otros suaves y oscuros. Las letras de las canciones muestran un crecimiento como hombres pero también de lo humano que puede llegar a ser la existencia, tal como lo dicen en “The Day I Tried to Live”: “Las palabras que dices nunca parecen estar/ a la altura dentro de tu cabeza/ Las vidas que llevamos nunca parecen acercarnos a algún lugar/ excepto a la muerte«… Para continuar con: “Me levanté igual que cualquier otro día/ Ya lo sabes/ Debí de haberme quedado en la cama«. (La traducción es propia).

Down The Up Side, de 1996, fue lo opuesto a su disco antecesor según los especialistas, pero para nosotros los fans fue el disco más completo de la banda que se separó en 1999, año en el que sale el trabajo en solitario de Cornell, Euphoria Morning. Luego, en 2001, conformó una súper banda con los integrantes de Rage Against the Machine llamada Audioslave, tal vez su proyecto más comercial y que obtuvo múltiples reconocimientos, como tres nominaciones al premio Grammy y llegar a vender alrededor de siete millones de discos. Pero justo cuando Audioslave estaba en la cima, Cornell decidió apartarse en 2007 por diferencias “irreconciliables” con los demás integrantes y no hubo otro camino que el de la disolución.

Después de varios años como solista, 2010 marcó su regreso junto a Soundgarden con tres trabajos que van hasta 2014; uno de estudio, King Animal (2012), álbum que sorprende por su madurez y también por los riffs de guitarra y la inacabable voz de Cornell; y dos recopilatorios, Telephantasm (2010) y Echo of Miles: Scattered Tracks Across the Path (2014).

2017 comenzó con el anuncio de una nueva gira por Estados Unidos. Si bien los integrantes de la banda no contaban con la misma energía de hace dos décadas, su integridad como músicos seguía vigente. Además, la gira fue una oportunidad para ver a un Chris Cornell reconectado a la esencia y los primeros años de su carrera musical.  Su voz era esa máquina del tiempo que llevó a los espectadores a los años noventa, cada acorde y cada letra tomaban más sentido al ser escuchadas de nuevo, tal como me lo comentó uno de los asistentes al concierto en Atlanta.

Pero aproximadamente 20 días después, Cornell acabó con su vida en un hotel en Detroit el 17 de mayo, luego de un concierto de Soundgarden en dicha ciudad. Se apagaba la mente maestra y la voz de todo un movimiento musical.

La tercera semana de mayo de 2017 será recordada con infinita melancolía por quienes vivimos la música de Cornell. Su heroísmo radicó en su creatividad como compositor, un hombre normal que hizo cosas enormes por el rock y que en las letras de sus canciones mostró todo el sentir que como humanos vivimos: la rabia, el amor, la tristeza, la rebeldía, la juventud y la madurez se encuentran expresadas alrededor de 25 años de carrera musical. Su legado, para mí, es un refugio en el cual celebro mis triunfos pero también acompaño los momentos tristes y oscuros de mi vida. Mis memorias siempre estarán acompañadas por su voz, cada camino que recorra irá acompañado de su música.

Hace poco me hicieron la siguiente pregunta: “¿Por qué la nostalgia por alguien que nunca viste?”. La respuesta no fue inmediata, pero me llevó a 1994, cuando siendo un adolecente, y rodeado de cassettes y discos de Pearl Jam, Nirvana, Alice in Chains, Live y Oasis, escuchaba junto a mi hermano los primeros acordes de “Black Hole Sun”. Luego la explosiva e inigualable voz de su cantante y compositor me introdujo a una forma diferente de escuchar, ver y sentir la música. Así que la respuesta a la anterior pregunta tiene muchos matices. El primero de ellos fue lo sorpresivo de su muerte, sobrevivir a los años noventa, donde los músicos suicidas colmaban los noticieros,  para morir de la misma manera 20 años después, me llenó de frustración porque siempre pensé que su creatividad acompañaría al mundo musical por muchos años. El segundo matiz tuvo que ver con el sentimiento de perder a alguien que inspiraba a seguir adelante sin importar la situación, la separación de sus padres, los proyectos artísticos en los que se embarcó (y por los que la crítica lo admiró, pero también destrozó) muestran que la creatividad sólo depende de uno mismo.

Leía en el sitio web de la radio estación Sonar de Chile, que Chris Cornell llegaba a ser melódico como The Beatles, tan fuerte como Black Sabbath y tan enigmatico como Edgar Allan Poe. Su voz, tan aguda y única, marcó a miles o tal vez a millones de personas que de alguna forma nos identificamos con los proyectos musicales que él lideró. Su suicidio nos llenó de melancolía por varios días, pero también nos enseñó que todos los monstruos que llevamos dentro no mueren, simplemente duermen y esperan despertar en cualquier momento. La de Cornell fue una pérdida similar a la de un súper héroe, sólo que esta fue real.