Música

Por los hijueputazos sonoros, cuando son de corazón

4 / 02 / 2021

Hace poco más de dos décadas era impensable escuchar una palabra subida de calibre en la radio o en la televisión colombiana, pero a veces se hace necesario expresar lo que se siente y cantar unas cuantas verdades.

El pasado 29 de diciembre de 2020 se realizó el BoomBap Fest, en el marco de la Feria de Cali, esta vez de manera virtual. En el grupo de artistas invitados estuvo Mc Saya, una rapera que lleva varios años aportando a la escena del rap caleño y que ha creado un sello característico a partir de su posición feminista y sus líricas, que toma como bandera para incentivar la toma de consciencia. En la presentación de la artista estuvo la canción “Femigangsta”, la cual fue lanzada a finales del año pasado y que la cantante dedicó a violadores y abusadores de mujeres.

Cuando Saya rapeaba en vivo, representando la voz de tantas víctimas de violaciones y otros aberrantes casos, al sumarle al coro una insinuación de empalamiento masculino, “… métanle un palo por el culo a ver si es rico y lo disfrutan…”, algunas personas conectadas a la transmisión online se indignaron, tal vez porque le dieron menor relevancia a fragmentos de la canción que hablan de realidades comunes como cuando dice: “jóvenes embarazadas abandonadas, maltratadas, asesinadas….

Mc Saya -Femigangsta

Algunos usuarios de Twitter, molestos por el lenguaje utilizado en la presentación musical, se manifestaron llamando la atención del alcalde de Cali Jorge Iván Ospina: «Acabó de suceder en la transmisión… esta es una puesta en escena y letra para la familia caleña y el mundo?«. Si hacemos un paralelo con cantantes actuales, de la radio comercial o la televisión, encontraremos que algunos intérpretes suelen ser aún más agresivos e incluso machistas, con letras que se vuelven paisaje, cumpliendo con la cuota de la programación musical diaria. En contraste, dicho comportamiento misógino pasa de largo, sin sanción social alguna por el público en general.

Por otro lado, personas como el concejal vallecaucano Terry Hurtado manifestaron en redes sociales su apoyo a la presentación de la rapera, como respuesta a los detractores, y manifestando su gusto por las canciones de Saya: “Me encanta escuchar a Saya, una de las raperas más agudas de Cali, con una canción contra la violencia machista”.

Este texto nace, entonces, desde mi posición como espectador, porque veo esta descarga de las líricas como un grito ahogado, en medio de tantas acciones violentas en contra de las mujeres, que aún no encuentran respuestas contundentes por denuncias ante la ley.


Esta es una sociedad de contrastes, aceptamos la violencia de lenguaje o de género en ciertos ámbitos: cuando es comulgada por sus mayorías. Existe una larga lista de canciones comerciales que tienen un contenido explícito de machismo y violencia de género, las cuales, debido a la adaptación y el uso común, pareciera que no nos percatáramos de su contenido. Recordemos el caso de canciones como “Mala Mujer” de la Sonora Matancera cuyo coro dice: “Mátala, Mátala, Mátala, Mátala. No tiene corazón mala mujer”; o la letra de Ismael Rivera en la canción “Si te Cojo”: “Con todito y lo buena que estás ya verás que trompa’ te voy a pegar, si yo llego y mi papa no está un piñazo en un ojo te voy a dar…”. Estos son solo dos ejemplos de las tantas tonadas que escuchamos a diario y que no nos escandalizan porque han sido normalizadas.

Ismael Rivera – Si te Cojo

En una sociedad en la que pasan tantas atrocidades es proporcional que algunas canciones traten de llamar la atención con su lenguaje, sobre todo cuando ante problemas reiterativos y graves. Por ejemplo, el año anterior culminó con más de 300 líderes sociales asesinados y, en lo que va corrido del 2021, el país cuenta ya con seis masacres. El año pasado, además, ocurrieron en el territorio nacional 568 feminicidios, según un informe publicado por el Observatorio Feminicidios Colombia en noviembre de 2020. Estas cifras las escuchamos a diario y, al parecer, se convirtieron en noticias comunes, y esto pareciera explicar la falta de ruido mediático. A veces nos callamos ante lo que no deberíamos y nos escandalizamos cuando alguien más lo grita. ¿Será que nos asustamos al vernos en un espejo?

Siempre han existido obras artísticas que rompen con lo tradicional y hacen cuestionar al ciudadano de a pie. Propuestas salidas de los estándares regulares que nos sacan de la zona de confort mientras cuestionan y señalan las adversidades sociales; canciones cuyas letras gritan ¡DESPIERTA! En el radar sonoro que no se programa en la radio comercial existen agrupaciones como Fértil Miseria, liderada por la voz de Vicky Castro, que protesta sin miedo en la canción “Generales” por inconformidades contra el Ejército Nacional y los llama Honorables Gonorreas.

Fértil Miseria – “Los Generales”

En la línea del rap femenino existen grandes referentes en el país. Otra exponente importante es Diana Avella, de la ciudad de Bogotá, quien empezó a involucrarse con este género desde comienzos de la década de los años 2000. En su canción “Nací Mujer” de 2009 encontramos una letra con un llamado claro a la conciencia de género y que denuncia una desigualdad histórica, contundente respuesta femenina a esas otras líricas machistas.

Diana Avella – “Nací Mujer”

Si ampliamos el contexto por el derecho a protestar y a decir lo que se piensa encontraremos que, según la Corte Interamericana de Derechos Humanos: “la libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática”. La Constitución Política de nuestro país afirma además en su artículo 20: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial… No habrá censura”.

La canción de Mc Saya, así como las de otra gran cantidad de artistas colombianos, con sentimientos de impotencia por las blandas leyes estatales, denuncian, entre otras cosas, el aumento de la violencia de género y el creciente asesinato de líderes sociales en nuestro país. Muchos de nuestros músicos tratan de cantar, con la voz quebrada, un merecido hijueputazo ante tanta barbarie, y que quede registrado, al menos, en ese grito sonoro.