Música

El vocalista que engañó al público en Ciudad Altavoz

2 / 09 / 2019

La historia de dos bandas que jugaron con un poco de magia para sostener un buen show en Altavoz.

Cuando el vocalista de Braile se bajó del escenario al terminar su presentación corrió lo más rápido que pudo al camerino para aplicarse la laca especial comprada previamente y que le ayudaría a oscurecer su espesa barba y el amarillo de su cabello y además se puso unas gafas de lentes azules y la chaqueta negra se la terminó de ajustar justo cuando terminaron la preparación del escenario y después de tomar un último aliento salió de nuevo a la tarima para cantar con una banda distinta y cerrar esa noche de conciertos.

Unas semanas antes, en una reunión oficial y preliminar del Altavoz Fest, las bandas seleccionadas de la primera ronda de las audiciones tomaron unas balotas que les darían el orden de presentación para los conciertos de Ciudad Altavoz. De ese ramillete de 69 bandas, de las cuales diez tocarían en una misma tarima, era extremadamente improbable que las dos agrupaciones de Alejandro Giraldo tocaran en orden consecutivo; sin embargo, ese fue justamente el destino musical que le esperaba. Las dos bandas para cerrar el primer día de conciertos serían Braile y Señor Monroe; en ambas él era el músico que ponía el pecho y la voz principal, tremenda responsabilidad en un certamen de tanta trascendencia para todos sus participantes.

La primera alternativa que pensaron los integrantes fue en buscar un cambio en la secuencia de presentación con otras bandas del certamen. Hicieron la petición, pero ninguna accedió a la propuesta. Siendo músicos cercanos, contemplaron la posibilidad de intercambiar el orden de Señor Monroe por Braile, ya que esta última tenía preparado un show de mayor exigencia vocal y de movimientos fuertes en tarima; sin embargo, ambas presentaciones estaban pensadas de tal manera que tampoco se pudo invertir el orden de aparición y se debió asumir el reto físico de cantar cerca de dos horas consecutivas con propuestas sonoras distintas.

Braile Banda

Fotografía cortesía Braile Banda

Cuando hablé con él, y refiriéndose a lo que se avecinaba, me dijo que entró en pánico porque no sabía cómo iba a responder. Era de esperarse ese nerviosismo, ya que la línea rock es una de las categorías de difícil de selección, debido entre otros factores al nivel profesional de las bandas de la ciudad, en aumento constante; sumado a esto, a él le tocaría rendir el doble si quería ver ambos proyectos en la siguiente etapa, el Altavoz Fest Internacional, que se realizará los días 9, 10 y 11 de noviembre.

Llegada la hora cero, Alejandro estaba empoderado del escenario: con guitarra eléctrica en mano y una luz que lo iluminaba frente al micrófono principal y hacía más vivo el amarillo de su pelo. Tenía un buso a rayas y una actitud desafiante con la que logró impactar en su primera aparición de la noche. Aun estando en vivo, y en medio de la euforia de la presentación, se bajó de la tarima para corear con los asistentes cercanos a él. El silencio de las cuerdas del bajo y la guitarra y el profundo bombo de la batería que retumbaba en el Parque de los Deseos fue clave para ese instante. Esa imagen me trasladó a la alternativa década del 90, cuando la alegría de los jóvenes los obligaba a hacer un pogo masivo.

Luego de toda esa euforia musical, a Alejandro llegó el momento de jugar al ilusionista, para despistar a los asistentes y que no se enteraran que el vocalista de las dos bandas de rock era el mismo; así sería más emocionante el show. Luego de ese primer encuentro artista-público inició la maratón: de manera camaleónica y a contra reloj logró salir del camerino unos minutos después con imagen y actitud renovadas, además de mantener la energía y el contacto con los asistentes. Era tiempo de subir nuevamente a ese monstruo, el escenario, difícil de domar pero que este cantante logró utilizar a su favor.

Se encendieron las luces y el presentador del festival dio la entrada a la última banda de la jornada. “¡Señor Monroe!”, anunció, mientras la banda se daba cuenta que la suerte estaba echada. Los músicos subieron las escalerillas e ingresaron nerviosos a donde se dirigían los aplausos y todas las miradas. Iniciaron con canciones que tenían un sonido lento y distorsionado, que envolvía de manera ascendente a los asistentes, obligándolos a pasar del pogo a un cabeceo sin prisa, que seguía atento el tiempo pausado pero denso de la canción.

Señor Monroe Banda

Fotografía cortesía Señor Monroe

En una entrevista posterior, Alejandro afirma haber tratado de aplicar al máximo la técnica de voz y respiración con la primera aparición para poder responder con la siguiente banda, pero que al sentir como fluía la conexión con el público, se olvidó por completo de cuidar su garganta y su energía azotó de manera inmisericorde sus cuerdas vocales. Mientras tanto, al otro lado, los espectadores sentíamos revivir toda la furia del grunge. Y quién escribe fue testigo: estando tan cerca del escenario, sentía como el pogo atrás de mí avivaba el fuego que se iba incrementando con los gritos de quienes estaban adelante, fue una comunicación directa entre la gente y la banda.

La preparación y disciplina de ambos grupos fue grande, querían que todo resultara de manera minuciosa y consciente. “Me cuidé y practiqué mucho para poder responder, pero ya en el escenario con la energía es muy difícil y terminé mamado”, comentaba Alejandro, recordando el antes y el después de las presentaciones. Y es que la conexión que sintió con el público fue tanta que olvidó una de sus prioridades: el ahorro energético y vocal.

Una de las ideas iniciales fue crear confusión y que, a pesar de ser la misma voz, las personas dudaran si era un mismo vocalista o alguien parecido. Según versiones de personas cercanas a la banda, uno de los jurados evaluadores, en medio del segundo concierto y para saciar su duda, se aproximó de manera discreta hasta la tarima para poder constatar si se trataba del mismo cantante o de uno con barba y un tono de voz similar, tal vez por su posición de evaluador, discretamente verificó su duda y volvió a su sitio para poder contarle a sus dos compañeros jurados.

Lo más importante para estos músicos fue ofrecer un buen show, porque no sólo lo sonoro hace parte del portafolio de un artista sino también lo visual, lo que fue una de las prioridades para los integrantes de ambas bandas. Alejandro asegura que, aunque no pasen al Altavoz Internacional, quedarán satisfechos como equipos de trabajo por haber cumplido fielmente con lo que definieron en un comienzo: entregar en el escenario un espectáculo.

Al final, después de toda esta acelerada noche, el protagonista de esta historia, confesó a Laterales Magazine algo que complementa su historia y valida todo su esfuerzo: “Salí casi para desmayarme pero estuve muy contento, porque la tarima de conciertos es mi lugar feliz en el mundo”.

*El 12 de septiembre, como parte de la Fiesta del Libro y la Cultura, se conocerán los nombres de las 28 bandas clasificadas de las anteriores etapas (Audiciones y Ciudad Altavoz) que harán parte del Altavoz Fest Internacional 2019, que se realizará el 9, 10 y 11 de noviembre en la Cancha Cincuentenario de Medellín.