“Bebo un poco de Gin tonic y muerdo una perla ácida, un escalofrío me recorre por todo el cuerpo”.
“Emeterio cerró los ojos y respiró hondo. Miró a su hermano. Apretó los labios. Bruno pronunció de nuevo: “tengo miedo”, y empezó a llorar”.
¿Han visto lo que cargan los objetos? lo llevan a rastras o en el lomo, en los desgastes de la pintura o en los materiales. Son como volquetas o mejor, cajones, de esos donde uno va acumulando las historias. De ahí salió esta…
Erase una vez un domingo y un libro de cuentos de José Zuleta Ortiz. La tarde del petirrojo me atrapó desde la primera hasta la última página, aunque quedé con una extraña desorientación después de leerlo.
Los detalles más obvios bien pueden resultar siendo los más difíciles de encontrar.
«Mi madre me lleva hasta él y me sienta frente a los ancianos, luego me mira como sólo ella sabe hacerlo y me dice: —Ya sabes bien lo que hay que hacer.»
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