Música

Maluma, el traductor 

21 / 07 / 2017

Todo parece indicar que Maluma logró lo que el bambuco no pudo: traducir nuestras pasiones más profundas. 

Había pensado titular este escrito de otra manera. Pero, so pena de que los lectores me condenaran al ostracismo, decidí defender al bambuco, por un lado, pero también comprender a ese bardo posmoderno que es Maluma.

Reflexioné por qué al bambuco, el aire nacional por excelencia, le habían dado entierro de quinta en los medios. Y ahí, entendí que el Estado y su rimbombante e inepto Ministerio de Cultura; la radio, la televisión, la prensa y la patanería colectiva, que se avergüenzan de su vejez y de su mañesada, habían matado al bambuco. Pero también decidí auscultar la obra poética de uno de los artistas de la época, que considero, sedujo a los radioescuchas, a las “espectaculares” presentadoras y presentadores de televisión; a los cibernautas, al gobernador, en fin… y uno de los posibles causantes de que los medios decidieran darle un triste funeral a nuestra música.

En el exhaustivo examen de comprender la obra de Maluma, el artista de quien hablo, me encontré la gran sorpresa de que no es más que el traductor de viejas pasiones, que antes se cantaban escondidas en palabras mañés y ahora él las pone en palabras calientes y de grueso deseo.

Antes de continuar presento excusas a los lectores porque me declaro mañé. Es uno de los derechos que de tanto condenarlo en los diferentes escenarios sociales, se ha vuelto prácticamente prohibido y a los viejitos nos da pena en reuniones sociales decir que nos gusta la mañesada. Por eso me gustan los bambucos.

Así, como ciudadano colombiano tengo derecho a escuchar bambucos, a reír y a llorar con ellos, porque también tengo derecho a la nostalgia y al recuerdo, y porque “a mí cánteme un bambuco de esos que llegan al alma; cantos que ya me arrullaban cuando apenas decía mamá. Lo demás será bonito, pero el corazón no salta como cuando a mí me cantan una canción colombiana. ¡Ay! qué orgulloso me siento de haber nacido en mi patria” (Rafael Godoy).

En honor a la mañesada, yo sí prefiero cantar: “se alientan tus amores, efímeros tesoros, jamás amada mía, tu orgullo he de saciar. Quisiera darte perlas vertidas en mi lloro, yo puedo con mi lira, tus horas endulzar”. Sin embargo, también soy capaz de comprender la profundidad que Maluma le mete a sus personajes, con la palabra.

Digamos, a modo de ejemplo, canciones colombianas para dummies colombianos. Vamos a traducir para ser justos con las épocas. A ver: se alientan los amores, es como decir, se encojona; efímeros tesoros, va con: dame una noche más y no te arrepentirás; tu orgullo he de saciar se entiende como: polvos corridos, siempre echamos tres; quisiera darte perlas vertidas en mi lloro, equivale a: la pelirroja chichando es la más que se moja; y puedo con mi lira tus horas endulzar, es una alegoría a: quiere que la monte en carros del año/que a una la coja/ a la otra la apriete/y a las otras dos les dé juntas en el baño…

¿Cómo les parece la evolución de nuestra música y de nuestro poeta? ¿De qué se quejan?

No nos digamos mentiras: Maluma es el gran traductor de nuestro tiempo; de aquellos deseos sublimados de compositores que no sabían ir al grano, sino que se ponían a dorar la píldora. Digan si no. Nosotros los viejitos no entendemos esas palabras tan elevadas e intelectuales de otro mundo como babys, psycho, chingar, enzo, chichar, dirty, party, star baby, en fin, todo un monumento a la lingüística. ¿Ahora entienden la condecoración?

Y por otro lado, ¿qué van a entender los jóvenes de hoy a un señor de luenga barba que se hacía llamar León de Greiff, que escribía tan arrevesao y sacaba expresiones tan raras como noche de abenuz, ojos brunos iridiscentes, noche agorera, joyoso, yerma, odorante? Esa fue la poesía que alimentó a los compositores de bambucos. Entonces comprendí que el bambuco tiene la culpa de su propia muerte: es un pendejo enamorando.

De esta manera, por poetas como Maluma, en Colombia ha evolucionado enormemente la forma de amar, de relacionarse con las mujeres, con el territorio, con el dinero ¡Ah!, y claro, en la forma de poetizar también.

Por ejemplo: del Saldaña al Ambeima, luce sus gracias y sus donaires…  Yo la he visto en las tardes danzar garbosa, vestir de rosa, al igual que si fueran brisas que vienen de Las Hermosas… Eso no dice mucho; en cambio esto lo dice todo: tú pasas, te miro, te miro y te ves muy bien. Eres la más sexy, lo sabes. Dame ese cuerpito de una vez. Vamos a divertirnos que esta noche es pa’ pasarla bien…

Imagínense hoy un malumelómano, diciéndole esta ingenuidad a la novia: “le prometo traer cerros de paja, cerros de paja, y los dos tejeremos la copa y ala, la copa y ala. ¿Cerros de paja? ¿Tejeremos la copa y ala? ¡Nooo! Ahora la cosa es ya y listo: “dime qué te parece si lo hacemos cinco veces, tres  por la mañana, y por la noche, otras dos veces…

Y luego el cuchipe, se camufla en estas palabras: “y si te duelen, y si te duelen tus deditos de rosa, yo te comienzo, yo te remato. No seas ingrata, no seas esquiva sombrerera de mi alma, luz de mi vida, luz de mi vida… ¡Nada! ¿Cómo que te remato? Es mejor esto: pero cuando bajas mmm… Cuando elaboras arriba, eso sí estimula. Haces que se salga lo más débil de Maluma. Siempre con precaución, pa´ cuando llega ese momento, se siente bien venirse adentro. Tranquila baby que yo te espero, a que te esmeres para que sea más placentero…

Y para terminar, informo que Brigitte Bardot, el símbolo sexual de los 60, interpretó en Francia un bambuco colombiano. Y ese día, de acuerdo con el relato de la Revista Cromos, más de uno quedó boquiabierto y envalentonado. Pues imagínense que la Bardot diga con esa boquita sonrosada: Hola Dolores, toma la llave, abre la puerta, prende la vela, tiende la cama, qué hay de Cuchipe, qué hay de Cuchipe, qué hay de Dolores. Negrita si me querés méteme tras de la puerta,y como tu mama es tuerta, díle que soy la tranca…

Más de uno quiso hacer cuchipe con la BB, toda una hurí… perdón, toda una chimbita.