Diseño

Hula-Hula, la pasión de Andrés Correa Méndez

6 / 09 / 2017

Descubrir, crear y apasionarse hacen parte del vocabulario de cualquier joven diseñador. Andrés Correa articula esos elementos en su proyecto Hula-Hula.

Hoy en día se diseña la vida. Se diseñan tarjetas, logos, afiches, cajas para la comida, cajas para el amor y el desamor. Resumiendo, vivimos plácidamente el consumo masificado de la mercancía. La historia del diseño ha transitado de la producción de objetos al diseño de servicios y de éste al diseño de experiencias. No es sino que diga y se le tiene.

En el ejercicio de esta transición del diseño industrial al diseño de experiencias no deja de ser preocupante el camino a recorrer por los jóvenes diseñadores colombianos. En palabras de Lipovestky: factores como la lógica narcisista, la velocidad de la información y el culto al consumo, entre otras innumerables razones, impiden al imaginario colectivo crear una conciencia social, reemplazando, muchas veces, el ideal de la búsqueda del logro por la del éxito. A pesar de este panorama nebuloso, de cambio permanente, de lo efímero, de la felicidad light, se pueden encontrar personajes enamorados del diseño que aún creen que es posible transformar el mundo a partir de la responsabilidad social del diseñador sin sacrificar sueños o el derecho a realizar-se.

Andrés Correa Méndez, estudiante de doble titulación en el programa de Diseño Gráfico y Diseño Industrial de la Universidad Pontificia Bolivariana, es uno de estos personajes. En la siguiente entrevista Andrés, además de decir lo que piensa del panorama actual del diseño en el país, también habla de cómo su pasión por la comida e interés por la cultura surf lo llevaron a crear su propia empresa.

Andrés, ¿Cuál es tu perspectiva como joven diseñador del momento que vive el diseño colombiano?

Para mí el diseño colombiano siempre ha sido referenciado principalmente por el diseño español, al menos desde el mercadeo y el branding. Igualmente, he visto que últimamente han entrado corrientes norteamericanas y de otras zonas de Europa que también marcan diferencias con mucha fuerza. El diseño aquí tiene cosas muy buenas, pero también desde lo académico presenta cosas repetitivas, que apuntan a lo mismo y se convierten en cliché. Podría decirse que esos productos se vuelven copias literales que sólo aporrean al gremio, estas personas no se toman en serio el diseño y esto no me gusta mucho.

¿Por qué una doble titulación?

Desde el colegio tenía claro que quería ser diseñador. Cuando entré a la UPB me decidí por diseño gráfico, sin embargo, la duda sobre cómo funcionan las cosas me hacía preguntarme por lo industrial. Luego hallé que podría hacer la doble titulación y vi que se complementan mucho en el hacer no sólo para el diseño sino para la vida. Por eso me parece muy bacano estudiar diseño industrial y gráfico, no para “ejercer” o conseguir un empleo en tal agencia o estudio de diseño, sino para ser autónomo, para hacer mis cosas, aprovechar todo el conocimiento para tener el tiempo para montar en patineta y lo quiero hacer todo el día, pintar grafitis y lo quiero hacer todo el día, igualmente, dibujar todo el día. No soy capaz de estar en una oficina, mi papá fue una persona que trabajó toda la vida como empleado hasta los 53 años, pero un día dijo ¡no más! y decidió montar su propia empresa a esa edad. Yo soy muy autónomo y quiero hacer lo que me dé la gana.

Hablando ya de tu propuesta ¿Cómo surge la idea de un carro de comida?

¿Por qué?, porque me gusta mucho la comida, así de sencillo. Me gusta mucho cocinar y la plata que tengo me la gasto comiendo en la calle, literal, me parece muy bacano. La comida es algo que nunca va a acabar, es una necesidad. Cuando empecé a ver el módulo de Imagen Global descubrí que el proyecto final es de creación de marca: crear tu marca personal. Así que decidí crear mi negocio de perros calientes. Pensé: tengo un pequeño capital y para la entrega de marca yo quiero hacer mi carro de comida y exponerlo acá, hice cuentas y empecé a investigar, y encontré la opción de los food trucks que es algo que en Medellín empezó a entrar hace poco.

Cuéntame de tu marca, ¿cómo surge y a qué hace referencia?

Mi marca es Hula-Hula. En la investigación hallé que los hot dogs se empezaron a vender en las playas de New York, ya los alemanes también habían hecho historia con el pan y la salchicha. De esta forma encontré algo que me gustaba mucho, una historia unida a la playa, al surf, la tabla, en fin, una forma de vida que permitía a mi propuesta una promesa: volver a lo básico, a lo más sencillo con un toque autónomo, independiente, es decir, que el cliente pueda armar su alimento como le dé la gana. Esta posibilidad son los negocios Millenials, que están montando la generación de ahora para marcar la diferencia. Así tomé el tema de la playa, el surf y el sol; sabemos que el surf surge en Hawái y que el hula hula,  la danza más famosa de esta isla, representa alegría, relajación y felicidad. Esto coincide con la jerga del surf en la cual el estado hula hula significa estar relajado, disfrutando, just chilling, este es el concepto, el detonante creativo de mi marca.

Foto cortesía Hula Hula Hot dogs

¿Cómo aplicas este concepto al negocio?

La filosofía de vida del surf se basa en eso, en la relajación, es disfrutar el momento, estar parchado, estar fresco. Por eso proponemos una experiencia visual y auditiva desde que llegas al carro. En una sociedad que corre a todo momento para hacer mil cosas, nosotros proponemos detenerte, consumir un perro pequeño, cambiar la rutina.

El tema visual se consolida con un lenguaje gráfico muy fresco, lleno de ilustración y tipografía porque son cosas que a mí me llaman la atención y que tienen mucha fuerza visual, evitando así los clichés. En el sistema gráfico no utilizo a un humano, sino que puse un simio recostado sobre una palmera, porque el concepto plantea volver a lo esencial, por eso, el simio parchado en la playa, con una tabla de surf, con un perro en la mano y una limonada de coco en la cola ilustra lo que creo que la gente anhela tener de nuevo, lo que no se puede: tiempo. En este sentido, la marca habla mucho de mí y de mi manera de ver el mundo.

La experiencia entonces la complementa el sistema gráfico, el acabado en madera del carro y la grafía de playa. Complementan esto las salsas especiales, poco convencionales, cada una tiene el nombre de una playa donde se practica surf: está la salsa Viña del Mar o la salsa Acapulco que te lleva al tema de la relajación. Mi público objetivo son los estudiantes entre los 15 y 25 años, aunque llega gente mayor que dicen qué carrito más bacano.

Foto cortesía Hula Hula Hot dogs.

Finalmente, ¿qué le sugieres a un joven diseñador?

Yo pienso que todo está inventado pero todos somos distintos. En este sentido es importante mirar referentes, analizar el estilo, pero poniéndole un toque tuyo, romper la literalidad del referente. Al pasar de la conceptualización al mercado hay temas que no funcionan y que hay que volver tangibles, ahí depende del diseñador demostrar que es una creación única. Finalmente, no creo que podamos hablar de diseño colombiano, por un buen rato seguiremos reconociendo referentes y esto nos reduce el campo de creación, tal vez si estudiamos la gráfica popular podríamos crear un camino de creación distinto, no tanto como diseño colombiano sino de colombianos haciendo diseño.