Literatura
Retrato de un desobediente
18 / 06 / 2021
Compartimos el prólogo del más reciente poemario de John Templanza Better, Pájaros de verano, escrito por la poeta Mariamatilde Rodríguez Jaime.
Después de 15 años, John Templanza Better regresa con un nuevo poemario queer. Pájaros de verano, publicado por Mackandal Ediciones y con una bella portada realizada por el artista Andru Suárez, está cargado de amores, ausencias y soledades, de homenajes a escritores queer que han marcado al autor, de deseos y recuerdos. Todo ello con esa voz única y sincera que tanto caracteriza a Better y que le ha dado un lugar en las letras colombianas. Para celebrar este poemario, compartimos el prólogo que escribió la poeta Mariamatilde Rodríguez Jaime y que invita a adentrarse en el universo poético de Better.
En la esquina del callejón lo esperan los pequeños matones. Camina rápido con los botines de cuero cuidadosamente embetunados por Doris, su madre. En la mochila carga con seis bendiciones que desde la puerta de su casa ella lanza como granadas de fragmentación para quienes se metan con el hijo que descose sus entrañas con los hilos de las flores que pinta en sus cuadernos.
Sigue siendo ese niño en el cuerpo castigado de un árbol en el que los enamorados escriben sus nombres con navajas. Pero hoy es capaz de reventar la jaula y con los barrotes apuñalar el tedio. Hoy le temen los vidrios de los almacenes y las oficinas grises de esta ciudad caliente.
Mayo es un buen mes para los pájaros. Y Better lo sabe. Echó a volar una bandada de aves sobre nuestras pandémicas cabezas. Construyó alas con imágenes que hieren las copas de los árboles, las iglesias y las cofradías. El mujercito envenenó con eternidad las heridas cosechadas en la vigilante memoria de sus ojos de alcatraz.
Estos poemas trascurren en una atmosfera de amorosa desobediencia. Su territorio es el deseo que se celebra entre hombres y poetas. Se reconocen al caminar y hacen pactos con el roce de una pierna bajo la mesa. Sacude con furia las garras de los pajarracos que no levantan las alas en señal de libertad y rinde homenaje a quienes considera cercanos; Gómez Jattin, Lorca, Cernuda, Cavafis, Rimbaud, Wilde, Pizarnik. Se solidariza con Sergio Urrego y Alejandro Modarelli. Se ornamenta con el plumaje de todos los vuelos en una teogamia entre humanos y dioses.
Este libro es la cartografía lírica de amores y batallas que se libran en la margen de la página. El vacío es el territorio de los amantes que no se encuentran del todo. Better permite que la multitud se acerque para ver qué es todo aquello que la marea ha dejado agonizando en la orilla. Pretende atrapar las ausencias, sentar en sus rodillas la incertidumbre, luego cae y se da cuenta que va desnudo entre la multitud ondeando una bandera de sangre.
Lemebel, virgen por siempre te bendice.
Mariamatilde Rodríguez Jaime
Barranquilla, mayo 03 de 2020.
*****
Yo soy
Soy el escritor a quien Dick todavía no ha besado.
Soy el escritor al que los sicarios hicieron su virgen.
Soy el escritor antes y después que anochezca.
Soy el escritor encarcelado.
Atrapado en la red de una mujer araña.
Soy el escritor maricón y eminente.
Soy el escritor…
La “narratríz”, y ya no tengo miedo, torero.
Soy el escritor.
La loca de felicidad herida de puñal en la alta madrugada.
Soy el escritor en un mundo huérfano y clasista.
En un mundo cruel y sin pájaros de verano.
Soy el escritor rosa y prepucio.
Soy el escritor lleno de etiquetas.
Soy el niño escritor mancillado por los banderines
erectos de una manada de bastardos.
Soy el “esqueertor” sin modales que mea tu jardín y tus
flores plásticas.
Soy el escritor maldito y primaveral.
Soy el escritor sin invitación que ha venido a arruinarte la fiesta.
Mis palabras son un agente químico, y mi saliva es tu lubricante,
lo cura todo, lo cubre todo.
Por eso llevo una marca en la frente.
Diabólica señal.
Escrita con odio.
Escrita con sangre.
Siempre presente.
Calipso
Un día papá fue por cigarrillos y nunca más volvió
A nadie pareció importarle
Amá lucía serena.
Hasta se compró un nuevo vestido y desde entonces usó
más colorete que de costumbre.
Todas las tardes, papá se sentaba en la terraza a ver
pasar “hembras”
“Mira ese culo y esas tetas”
Desde la otra acera las hembras le lanzaban miradas de
odio tropical.
Él se agarraba las bolas y echaba una maldición al aire.
“Un día irás husmeando la noche detrás de una de ellas,
hijo”.
“¡Nunca! Yo quiero ser una de ellas”.
De eso, hace muchos años ya.
Hoy camino por la vereda con zapatos de tacón.
Mientras los muchachos me gritan: “Mami, ¿de quién es
todo eso?”.
Y “todo eso” lo muevo con más ganas, con alegría
maraquera.
Y muy raras veces me pongo triste
Enciendo un pucho
Y recuerdo que mi padre fue un día por cigarrillos
Y nunca más volvió.
Encuentros oníricos
con Raúl Gómez Jattin
Con Raúl acostumbro a hablar en sueños.
Casi siempre es un paisaje a las orillas de un río.
¿El Magdalena?
¿El Sinú?
¡Qué importa cuando es agua lo que veo correr
violentamente!
Raúl yace sentado.
Tiene la barba muy crecida y amarillenta por la pila de
mangos
que está comiendo.
Yo le hablo.
Le informo de cuán importante se ha vuelto.
De cuántas antologías llevan impresos sus poemas.
De los extensos ensayos sobre su obra.
Le hablo de los lindos muchachos que me leen sus textos
al oído.
Pero Raúl sigue arrojando conchas de mango al río.
Con las pepas le tira a algún pájaro que vuela bajo.
Raúl:
¿Me estás escuchando?
Le pregunto tratando de llamar su atención.
Y con esa voz de truenos que otros dicen que tenía,
responde:
“Sí, te oigo”.
Luego me mira.
Me regala una sonrisa sin dientes y me extiende un
mango amarillo
y perfumado
Que cuando llega a mi mano se convierte en un corazón
latiendo furiosamente.
Entonces me despierto sobresaltado.
Miro el libro que reposa en mi mesa de noche.
La tapa dice: “Amanecer en el valle del Sinú”.
Pero aún no amanece.
Y una lluvia demencial se desparrama de repente.