Mancha negra y furia

Palabras al galope (tres)

13 / 04 / 2021

«Y después de la pureza del relámpago, el furor del verbo.»

PARADOJA

Morir antes que perder la vida. Ofrecer la vida para defenderla de la muerte.

PASMO

Te quedaste al borde de la puerta, a la orilla del tiempo propicio, al filo de la aurora que pronto se llenó de sombras. Una pequeña luz fue encontrada en el animal desgarrado que alimentó tu anhelo. Pero olvidaste el puente que eras, el agua que avivó tu mirada, el fuego hundido en tu pecho. Y lo que vibró en cada uno de tus sueños, esa promesa que latía en cada uno de tus días, se detuvo como la mordedura que se iba apagando en la carne, como el amor que se fue cerrando en tus ojos mudos. No aceptaste el cuidado de manos dispuestas, te negaste a la fuente de labios dulces. Para qué palabras que no mejorarían el silencio. Tu camino prefirió la sed.

PAZ

En la mañana no hay motivos para despertar. Ningún trabajo exige mi presencia. Al levantarme, silbo alguna canción. En la tarde algunos pájaros van por el cielo como pequeñas hojas sueltas. Leo poemas. En la noche no es necesario dormir para descansar lo justo: ningún trabajo exige mi presencia. Escribo. Creo que hemos equivocado el rumbo.

PENSAR

Pensar es realzar la posibilidad de nuevos mundos, es la creación de otras maneras de ver, de caminar. Pensar conlleva preguntas una y otra vez puestas en tela de juicio. Implica leer los libros escritos con cal o en arcilla sacada de la memoria. Pensar es una manera del juego, una versión del mundo de las maravillas. Pensar es imaginar. ¡Atrévete, no cierres tu mente con llave, disponte para el asalto!

PERSPECTIVAS

Procuro no dar consejos porque todo podría salir mal. Es simple: lo que en mí surte un efecto saludable, al otro podría causarle la muerte.

POESÍA

Y después de la pureza del relámpago, el furor del verbo.

POETA

El tiempo del poeta es el tiempo de la sencillez, es la vida sin remedos, es el juego de lo primero y último, es el borde de la nada y el todo. Y también el grito y la desgarradura, el furor y la denuncia, la ironía y la dulzura, el desasosiego y la crueldad.

PROFETA

Lo siguen porque ignora sus pasos. Si los tuviese presentes, él mismo borraría el camino.

PROMESA

¿Ya no será posible cumplir el camino que nos llevaría lejos, hacia una vida entera, juntos? ¿Como si el amor fuera invisible, como si nada fuera? ¿Quién podría vivir sin afanes tras esta promesa que nos ahoga? ¿Quién podría prometer el cubil del arrojo? ¿Quién, ahora que hemos afirmado una batalla que no tiene fin?

PYTHIA

Te hablo, así no más, como quien presiente que cada una de sus palabras se perderá bajo torrentes de sueño. Testimonio olvidado en los intervalos de la nada. Curvaturas de aflicción resonando en la ausencia sacrificada por el entre-tiempo. Porque después de hablar habrá quién busque compararse con lo que ha sido dicho. Muchos lo intentarán. Unos cuantos entrarán por las puertas que protegen el sentido, pero solo algunos sentirán su fuego, pocos serán premiados con el anuncio. Al irse las voces, su mántica será acogida con temblores crecidos en manos sudorosas y pieles irreconocibles. Y, pese a todo, una noche extensa nos obligará a garrapatear a la intemperie las profecías que se irán entretejiendo en paredes musgosas, acunadas por el silencioso secreto que cubre nuestra mirada. No habrá quién indique el pretendido alfabeto que —tanto tú, como yo— dejamos escapar al ritmo de embriagantes descuidos.

REBELIÓN

Lo nefasto de seguir ideas ajenas, principios de alta moral y bien mayor, encarnaciones abstractas que se comen los cerebros —fiebre en los corazones—, es darse cuenta del planeado engaño que hace su último disparo para romper los estandartes que protegías, las consignas que te llevaron al filo de la sangre y te ahogaron en los intestinos de la traición. Pero ya es demasiado tarde para romper filas, para levantar la nueva rebelión. Ves cómo van cayendo los nadie sin presentir su inesperada rigidez.

RED

Errantes por la vida —con la mirada puesta en las alturas— vamos llevando el canto en nuestras alforjas. Juntos y libres unimos los hilos de la red que nos otorga el sentido, siempre en camino hacia el horizonte. La inestable red de palabras que nos prepara para el silencio es tejida bajo un sino de seres en declive, insistiendo por alcanzar el mar y sostenerse en él. Hay algo en ello que no deja de ser una necedad.

VÍCTOR RAÚL JARAMILLO