Música

Letanías del jardín, la oración de Margarita Siempre Viva

6 / 04 / 2020

La banda paisa Margarita Siempre Viva presenta su más reciente producción discográfica, con la que llevan más allá su particular sonido.

Dos años se tomó Margarita Siempre Viva para hacer Letanías del jardín, su más reciente disco, el cual está disponible en todas las plataformas digitales desde la madrugada del 28 de febrero.

Para quienes tienen al insomnio como fiel compañero (y son fans del quinteto de Bello, Antioquia) esta fue una noticia para celebrar y hacer introspección, tal como invita el característico sonido de la banda. Yo me vine a enterar del nuevo álbum un par de días después, y movido por la curiosidad me dispuse a escucharlo en la noche, cuando no tenía deberes ni distracciones.

Margarita Siempre Viva es de las agrupaciones recientes de la ciudad que más ha llamado mi atención, no sólo por su sonido y estética retro, sino también por sus letras intimistas que bien reflejan las angustias de esta generación. De ahí (intuyo) su fuerte conexión con sus seguidores (la mayoría jóvenes), y el interés de algunos medios de comunicación que ven en su propuesta un volver a la Medellín de los 90. De hecho, se ha vuelto lugar común calificar su música de nostálgica, cuando lo único que hace es llevar lo alternativo a sus últimas consecuencias, creando así un collage de influencias, sonidos y sensaciones bastante diversas.

Justamente Letanías del jardín es eso: un collage hecho a punta de postpunk, jazz, rap y algo de electrónica, por lo que la utilización de vientos y sintetizadores no fue fortuita y da visos de que el grupo está abrazando la experimentación. Ante tanta diversidad sonora, el disco suena armonioso y en algunos casos el silencio juega un papel importante porque, más que marcar pausas, hace transiciones de la serenidad al vértigo absoluto (“Fantasma Oblicuo” es el mejor ejemplo de ello), aparte del excelente registro de la voz de Cristiano, que se escucha mucho más potente y armoniosa.

Atreviéndome a hilar fino, percibo en algunas canciones ciertos guiños a agrupaciones reconocidas: el riff con que inicia “Gato salta por la ventana” tiene un aire al de “Pretty Vacant” de los Sex Pistols; “Epílogo del despertar”, no sé por qué me remite a Echo And The Bunny Men; y “Fantasma oblicuo” suena un poco a “Gouge Away” de Pixies. Tal vez estoy desvariando, sin embargo, Margarita Siempre Viva ha demostrado en otras ocasiones un respeto por la música que le precede para crear una muy distinta a la que se hace en este valle contaminado.

Pero, ¿por qué hago mención de esto? Porque Letanías del jardín es un disco plagado de detalles que invitan a escucharlo con detenimiento, aun el frenesí de algunas de sus canciones. Es más, si tomamos la palabra letanía no como una oración colectiva y hecha de invocaciones ordenadas dirigida a Dios, la Virgen o a cualquier santo, sino como una enumeración seguida de nombres y frases (algunas veces en desorden), podremos percibir que este álbum lo que menos propende es por un orden estricto; más bien busca lo aleatorio, lo caótico y libre. Pero, cuidado: ello no quiere decir que Cristiano, Margaro, Mora, Bicho y Bichito no se hayan tomado el tiempo necesario para dejar florecer una margarita más en su jardín. Los dos años de producción y grabación (transcurridos entre Bogotá y Medellín, respectivamente en la Libélula Dorada y el estudio DIY en el Alto de Las Palmas) fueron suficientes para que maduraran las canciones, alimentadas por las vivencias de la banda en sus giras por Colombia. Letanías del jardín no es, en todo caso, una bitácora de viaje por la diversa geografía colombiana, sino por esa geografía más intrincada e inaccesible que es la personal.

Las doce canciones que lo conforman hablan de amistad, amor, desamor, soledad, dolor y hastío. No están en clave de súplica sino de autodescubrimiento: proceso tan intimo y de largo aliento que, si bien no repara de inmediato las grietas del alma, puede llevar a lugares insospechados. Como en otras producciones, los títulos de las canciones son sugerentes y a ratos se parecen más a los de un poema o una novela. Este detalle, que para algunos puede ser exceso de presunción, no es más que un recurso ingenioso para terminar hablando de una realidad asfixiante sin lugares comunes, con la sinceridad de quien se atreve a mirarse en un espejo, como es el caso de “Amar es el Nuevo Rosa” (Amar descubrir la fiesta / y después imaginarnos en un nosotros”) o “Suspendida la Plenitud” (“Estoy atrapado / no puedo ya salir de acá / estoy atrapado / mis pasos no puedo escuchar”), canciones en las que la palabra no se detiene en metáforas rebuscadas, sino que corre con decisión.

Después de escucharlo quedé con una buena impresión, aunque con sinceridad debo decir que las cinco primeras canciones no me llenaron del todo y por momentos las sentí poco emocionantes. “Gato salta por la ventana” me parece un buen inicio instrumental (sobre todo por las guitarras) y “Gracias a mi Amigo” (partes 1 y 2) es un sentido homenaje a la amistad, que en estos tiempos de egoísmo rampante es el mayor tesoro. He de decir que la sustancia de Letanías del jardín está en “Detrás de la fachada está el jardín” (cuyo vídeo fue presentado el año pasado y a ratos parece un guiño paisa a The Dreamers de Bertolucci) y de ahí en adelante la banda suena con más arrojo y madurez, saliéndose del sonido nostálgico con que muchos la han encasillado.

De esas siete canciones destaco, además de “Detrás de la fachada está el jardín”, “Amar es el nuevo Rosa” por su aire a jazz (la trompeta le da un toque de elegancia y a la vez tensión) y por retratar las contradicciones del amor (esa delgada línea de la ilusión al miedo); y “Suspendida la Plenitud”, cuyo ritmo enérgico provoca bailarla sin descanso, aun cuando la letra habla de la imposibilidad de moverse en un mundo paralizante y exasperante.

Destacan también las colaboraciones de Quemarlo Todo Por Error, Matiu Collin y SAAIL en “La Tristeza de Estar Lejos”, y de Métricas Frías (uno de los astros del hip hop local) y Santiago Navas en “Evitar el Encuentro”, así como de Miguel Laverde (SAAIL), Santiago Álvarez y Santiago Navas en la producción, lo que da cuenta no sólo del carácter colectivo del disco, sino también de la relevancia que empieza a cobrar la propuesta de Margarita Siempre Viva.

Fiel a la misma, la portada de Letanías del jardín (una mesa de jardín con dos sillas, decorada con un cenicero repleto, un ajedrez, una cámara análoga, una margarita -por supuesto- y demás objetos, y rodeada por las que pueden ser las manos de los integrantes de la banda) es una especie de altar con el que, quizás, Margarita Siempre Viva invita a un viaje plagado de evocaciones y emociones variopintas, u rinde tributo a las vivencias, dudas y descubrimientos que alimentaron este disco. Incluso, escuchándolo con calma podría decirse que es una oración para conjurar la eterna tristeza de Medellín y de la que Cristiano y compañía han sabido echar mano.