Transmedia

Monos: caos, supervivencia y tensión

6 / 10 / 2019

Una nueva producción colombiana está dando de que hablar a nivel mundial. Con más de 15 premios y una nominación a los Oscar, Monos se convierte en la nueva consentida del cine Colombiano.

Por estos días muchas personas están hablando de Monos, película dirigida por el colombo ecuatoriano Alejandro Landes, el mismo de Porfirio y del documental Cocalero. Cuando vi el trailer me entraron unas profundas ganas de madrear al director porque estaba convencido de que iba a ser otra película más en donde la barbarie y la guerra nos retrataran, como siempre ha sido. Pero Monos me sorprendió gratamente. Es un retrato y sí, es una película que narra una guerra, pero no la que todos estamos acostumbrados a ver, Monos es un viaje hacia un interior que muy pocos cuestionamos pero que está ahí y que seguirá presente si la guerra sigue siendo nuestro pan de cada día.

Les voy a contar porqué es maravillosa Monos y se merece una ovación. Aunque los conocedores de cine, aquellos de boina y acento intelectual, digan que es una melcocha entre Apocalipsis Now y El Señor de las Moscas y que no merece tantas venias, creo que Monos va mucho más allá de un simple reconocimiento.

Monos es la historia de ocho jóvenes que pertenecen a un grupo insurgente (el cual no es especificado) a quienes se les da una tarea: cuidar a una rehén norteamericana y una vaca. Si uno se remite a buscar la sinopsis quedaría desilusionado y hasta soltaría una que otra carcajada, pero lo maravilloso es lo que ocurre en torno a esta simple historia.

Entre el páramo y la selva, atmósferas hostiles que fluctúan entre colores contrastados, locaciones que bien podrían situarse en cualquier parte del mundo y con los rigores climáticos a los que se enfrentan sus personajes, transcurre esta poesía visual que es un viaje hacia el interior, hacia una guerra como pocas veces la habíamos visto.

El miedo, la desesperación, el amor y los demonios son retratados con suma delicadeza en cada uno de los personajes. Por momentos pareciera que nos viéramos dibujados en sus gritos, en sus besos o en sus bailes locos alrededor de una fogata. Esta es una de las fortalezas de Monos, la humanización-deshumanización de una guerra que hasta el momento se nos ha mostrado a través de un televisor y que muy pocos de nosotros hemos podido vivirla y contarla.  Acá se narra desde todos los ángulos, y tanto buenos como malos cuentan su historia y tratan de hacerla nuestra para que, por un instante, o en 111 minutos, podamos pensarla, sentirla, digerirla y tal vez llorarla.

Y es que esta no es una simple película bélica en donde se cuenta la realidad de un país torturado por la violencia desde tiempos inmemoriales. No, esta es una exacerbación de los sentidos, es una muestra de cómo los seres humanos estamos hechos de miles de posibilidades, de sensaciones, es una muestra de que somos animales, instintivos, viscerales y depredadores.

Por último, y siendo a mi juicio lo más especial y bien trabajado de Monos, es la musicalización. Lena Esequenzis y Mika Levi fueron las encargadas de darnos estas pequeñas dosis de sonidos estremecedores que conjugados con escenas impactantes hacen una simbiosis perfecta entre caos, locura y calma. El silencio, otro de los personajes principales, juega un rol fundamental para mantenernos en una tensión constante.

En conclusión, ¿por qué ver Monos? Porque es una película que le apuesta a una producción cinematográfica con factura, por contar con una historia que aunque simple se hace especial por sus metáforas y símbolos, por contar con actuaciones que reflejan emociones básicas y cotidianas y porque nos trae una guerra que quizá pocos habían experimentado, la del interior, la de la deshumanización.  Merece seguir cosechando triunfos y premios porque es una joya del cine nacional para el mundo.