Literatura

Las editoriales independientes en la FILBo: la otra literatura

1 / 05 / 2018

Como pocos otros espacios en la agenda cultural colombiana, la Feria Internacional del Libro de Bogotá es el sitio idóneo para apoyar a los nuevos proyectos literarios del panorama nacional, como forma artística y profesión por igual.

La actual edición de la FILBo, pronta a clausurarse, ha dejado un sinnúmero de valiosas y gratificantes experiencias para la sociedad colombiana, justo coincidiendo con un momento particularmente coyuntural.

Además de ser la primera edición de todas las 31 transcurridas que se ha realizado en un ambiente de relativa reconciliación sociocultural, abriéndole paso al tema del pacifismo como recurso tanto narrativo como periodístico — ejemplarizado por los varios conversatorios y eventos en torno al posconflicto y a diferencia de los predominantes memoria y conflicto que, si bien también se hicieron presentes y seguramente seguirán haciéndolo, dejaron de ser los dos más notables canales de la expresión textual colombiana — también le ha permitido manifestarse con lujo de detalles y diversidad a dos relatos culturales sumamente populares: el fútbol y el cómic, uno de vieja data y uno cuyo acogimiento ha crecido en los últimos años.

Junto con todo esto, la FILBo continúa siendo el espacio de muestra por excelencia de las editoriales y escritores independientes (nacionales y/o de reciente incursión en el país, precisamente uno de los objetivos de elegir a Argentina como invitado); y la rica variedad de publicaciones y géneros expuestos da a entender que la literatura en Colombia, como ejercicio narrativo, poético y periodístico, y distanciada de los paradigmas monolíticos, tal vez está en su momento más prolífico y optimista en muchísimos años.

Sobre esto último, entonces, trata esta pieza. A continuación, les proporcionamos algunas breves reseñas acerca de las publicaciones independientes que más nos llamaron la atención durante la FILBo 2018:

El cuerpo y otra cosa, por Darío Jaramillo Agudelo

El cuerpo es refugio del deseo, pero también escenario de libertad. Es el cuerpo lujurioso y frágil. No hay nada más sincero y, aunque sea nuestro y habitemos en él, hay otro que nos complementa y cuestiona.

Esa reflexión es la que plantea Darío Jaramillo Agudelo en su más reciente poemario, ganador del Premio Nacional de Poesía y que confirma por qué él sigue siendo una de las voces imprescindibles para la poesía en Colombia.

Editorial: Luna Libros.

Inmigrantes VI, por Catalina Gómez, Diego Rubio, Ricardo Vargas, Martín Sarmiento Vega y Carolina Gutiérrez Torres

El Peregrino ha editado y publicado esta maravillosa colección de cinco pequeños, pero textualmente robustos libros; la sexta entrega del seriado debutado en 2010.

Cada uno de los libros explora, mezclando sociedad, referencias, crónica y autobiografía, las vivencias de los autores durante su residencia en cinco grandes urbes del planeta: Berlín, Teherán, Nueva Delhi, El Cairo y Auckland. Por lo tanto, el viaje no es sólo uno turístico y formal, sino también en presencia de los confines experienciales y personales que las circunstancias proveyeron y cultivaron en cada uno de los escritores.

Editorial: El Peregrino Ediciones.

6 cuentos de Aleister Crowley, por Aleister Crowley

Una de las grandes sensaciones de la FILBO ha sido este libro, precedido por la reputación del autor y apoyado por una publicitariamente brillante y estéticamente impecable campaña promocional. En estos cuentos, Crowley muestra su faceta como narrador y también ahonda en sus cuestiones más esenciales, además de invitar, al lector, a mirar la realidad por fuera de lo doctrinario y normativo.

Editorial: El Peregrino Ediciones.

Un día, la lluvia; de Roberto Sánchez Cajicá

Un libro sin texto, lleno de ilustraciones que cuentan una historia acontecida en un día lluvioso. Algunos se refugian de la lluvia, otros siguen sus vidas, pero la lluvia es la que los une, de alguna u otra manera.

Lo particular del libro  — de aparente contenido infantil — es que, aparte de la historia que cuenta por sí mismo, el lector puede crear otra partiendo de sus vivencias y evocaciones propias, además de las ilustraciones que lo acompañan.

Editorial: Gato Malo.

Mestre Wilson, por Marco Chamorro

Un maestro pintor de brocha gorda, afamado por la maestría de su oficio, se aburre de los límites del mismo y decide ser quien es, un artista. No quedarse pintando paredes, sino contagiar a otros con su magia.

Editorial: Gato Malo.

Alfabeto bogotano, por Lizeth León Borja

De la A a la Z, este libro ilustrado por la misma autora hace un recorrido por las palabras bogotanas, por los lugares y costumbres de la capital para que los niños (y también los adultos) reconozcan la riqueza de su ciudad, del habla cotidiana y de lo que ven a diario.

Editorial: Milserifas Ediciones.

¡Qué suerte tengo! Por Lawrence Schimel, con ilustraciones de Juan Camilo Mayorga

La historia de José, un niño que cuida de su hermano ciego; pero en vez de lamentos, hay alegría, juegos, e introspecciones en su cotidianidad. Todo contado con sencillez y prístinas ilustraciones.

Editorial: Rey Naranjo Editores.

Lugares comunes, por Andrés Rojas

El remoquete de “mejor secreto guardado de la literatura colombiana” se queda corto para Andrés Rojas, porque él, aún con su juventud, ya tiene camino como escritor. De hecho, en  2016 ganó el Premio Jorge Isaacs, en la modalidad cuento, con Pa’ la pista y otros relatos, los cuales conforman a este libro.

Caleño hasta los pies, aunque bailarín de tango. Vive en Buenos Aires, pero con este libro es como si volviera a las calles de su natal ciudad, al punto de hacer sentir al lector que camina al lado suyo. Y es que la riqueza de Lugares comunes está en, además de narrar de manera inusual situaciones bastante comunes a los ojos de muchos como la timidez, el amor no correspondido o la rumba caleña, el uso de un dialecto exuberante en sonoridad y sabor como es el caleño.

La cotidianidad y el absurdo, en vez de reñir, se complementan, dado que hay otros cuentos que se hacen preguntas del tipo “¿cuánto puede elevarse un conejo?, ¿qué tanto recuerda justo la mente antes de la caída definitiva? O ¿cómo sería El beso de Chejov si lo contáramos en la actualidad?”, tal como lo aseguró el mismo Rojas en un vídeo publicado por Angosta en su fanpage. Sin duda, es él un autor a quien hay que seguirle la pista, o más bien el tumbao.

Editorial: Angosta Editores.

El corazón de las tinieblas, por Joseph Conrad (traducción de Juan Gabriel Vásquez)

Citando a Borges, un clásico es aquel libro que las generaciones, bajo cualquier excusa, leen con “previo fervor y con una misteriosa lealtad”. Pasa esto con El corazón de las tinieblas, la novela corta más conocida de Conrad que ha sido leída y traducida varias veces, e incluso adaptada a la cultura popular, como fue el caso de Francis Ford Coppola al inspirarse en ella para filmar su épica Apocalypse Now.

La novela explora las experiencias del mismo Conrad durante su residencia en el Congo colonial, incluyendo una expedición hacia el interior del autor. La convergencia de ambas dimensiones acaba mostrando un mundo inhóspito bañado en sangre y marfil, desembocando en todas las subsecuentemente posibles reflexiones que la crudeza del proyecto colonial le legó al imaginario de un hombre formado por los privilegios de la Europa decimonónica.

Originalmente el libro fue publicado en 1889 y con esta reedición — que contó con la traducción de Vásquez, admirador y conocedor de la obra de Conrad — la colección Delta (de la que hace parte) pretende traer al presente un clásico que, pese al correr de los tiempos, sigue hablándonos como aquella primera vez en que fue publicado.

Libro del tedio, por José Ardila

La sensibilidad humana, luego de haber estado expuesta a una densa desidia, tiende a hacer de tripas, corazón mediante el humor; a manera de digerirle y normalizarle. Esta paradójica e intrínseca tendencia psicoemocional está presente en todo el libro, una colección de cuentos en que la sátira y lo extraordinario se encuentran y funden con sus contrarios, ejemplificando a las mejores narrativas de ficción.

Hay empleado público que diariamente trata de averiguar las tareas por las cuales lo contrataron, un niño que ve cómo su hogar se llena gradualmente de lo que parece ser una infinitud de gatos y familiares, y también un hombre que invierte la mayor parte de su tiempo en simplemente esperar a su pareja en cualquier sitio.

Ardila dispone de un amplísimo repertorio de formas narrativas que hace de este libro no sólo un rico panorama de circunstancias, sino también un potencial clásico de la cuentería nacional.

Editorial: Angosta Editores.

Bogotá 39, antología de cuentos

“Las voces que resuenan en esta antología son francamente diversas. Podemos dar cuenta de la aparición de un nuevo realismo más descarnado, más afilado, que aborda lo social y lo doméstico sin ningún tabú, y con un lenguaje que no teme ser cáustico, implacable, duro; del ingreso de lo virtual a la literatura y de la desaparición de la escritura como preocupación de los escritores; de la franca desintegración de las fronteras entre la ficción y la no ficción, y de la osada exploración de nuevas formas de escribir que se acogen a las formas tradicionales o las subvierten con la misma pericia”.

Con estas palabras, Margarita Valencia describió esta recopilación editada y publicada por Tragaluz, dando testimonio de cómo los géneros, la percepción y las formas escritas oscilan a lo largo de todo el viaje de la lectura. Es una selección de cuentos escritos por los integrantes de la lista Bogotá 39, conformada por una vasta diversidad de escritores menores de 40 años de toda Latinoamérica.

Editorial: Tragaluz Editores

El catálogo Maxwell de objetos curiosos, por José Andrés Gómez

Hilados por la historia de las hermanas Eufrasia y Teodolinda, el libro trata de una serie de objetos curiosos que ellas han dispuesto vender por catálogo, suscitando la extrañeza de las situaciones relatadas.

Las hermanas garantizan solucionar problemas o materializar necesidades que el cliente tenga, mediante el uso de artefactos fabulosos. Pero una vez recibidos, los productos solo provocan caos y predicamentos a sus compradores. Todas las historias salieron a la luz tras la quiebra de la compañía, a través del servicio de correspondencia.

Editorial: Tragaluz Editores

El hijo de mil hombres, por Valter Hugo Mãe

Obra de uno de los más notables literatos portugueses de la actualidad (a su vez hijo del ya culminado proyecto colonial, porque nació en Angola), su argumento gira en torno a un niño, huérfano, quien se convierte en pescador tras el deceso de su padre y forma una familia nada convencional, con personas que poco a poco entran a ser parte de su vida cual “fantasmas de historias anteriores”.

El protagonista, entonces, es hijo de todas las historias que se cruzan con la llegada de esas personas, frecuentemente coincidiendo momentos y sitios, y afirmando que el amor y la fortuna son tan propios de la humanidad como las tristezas y los accidentes.

Editorial: Tragaluz Editores

Camposanto, por Marcela Villegas.

Esta es la historia de una antropóloga forense que, mientras se dedica a desenterrar las fosas de víctimas del conflicto armado, debe cuidar a su madre, quien padece de Alzhéimer. Historias paralelas, pero en las que la descomposición está presente, directa y sutil; además de esbozarse cómo incide y afecta todo esto sobre el entorno cotidiano de la protagonista.

Tal como resalta el escritor y gestor cultural bogotano Guido Tamayo, Villegas narra, “sin estridencias, las reflexiones que un ser humano se hace ante la inminencia del olvido: el uno obligado por la naturaleza quizá injusta pero implacable de la muerte cerebral; el otro, un olvido progresivo y silencioso de los miles de muertos que habitan extraviados, víctimas de la guerra interna más reciente de nuestro país”.

No es fortuito que una novela de este tipo salga a la luz en el momento que, como país, vivimos, más cuando hay una preocupación por la memoria (tema un tanto gastado desde diferentes disciplinas y acomodado a ciertos intereses), pero que aquí se aborda con intimidad y honestidad conmovedoras.

Editorial: Sílaba Editores.

Cánticos de amor, por Metin Cengiz (pronunciado como “Llenguíz”, igual que el nombre del gran emperador mongol Genghis Khan)

Obra impregnada de la pesadumbre carcelaria (como todas sus demás publicaciones desde hace 40 años, debido a que fue injustamente hecho reo del golpe de estado turco de 1980), la proximidad del sentimiento justo en medio de la marginalidad es una paradoja indisociablemente real para Cengiz, como una huella romántica en la modernidad.

Nadie como él narra lo extraordinario de la vida y de las faenas cotidianas del amor, con la vividez, visceralidad y solemnidad propias de todo ello. En la voz de Metin Cengiz, las alusiones a la naturaleza tan propias y magistrales del romance islámico adquieren, de todos modos, una connotación asimilada a las peripecias de la modernidad: afirma la indisoluble unión entre el amor más romántico y sus dimensiones eróticas, inherentes en la primera; a través de situaciones y expresiones que lo acercan todo a la experiencialidad emocional contemporánea. Podría decirse que es lo mejor de ambos mundos.

Editorial: Sílaba Editores.

Manifiesto Punk Tercermundista (reedición), por Giovanni Oquendo

Medellín, años 80. Las bombas de Escobar, la represión del Estado, la corrupción de la clase empresarial y las desigualdades escandalosas trajeron a la “bella villa” el apocalipsis. El punk llegó desde Inglaterra para musicalizar el malestar de tantos jóvenes que se sentían arrinconados, perseguidos y violentados. Había mucha rabia y qué mejor que una música sacada de las cloacas para escupirla.

Giovanni Oquendo, bajista de la agrupación Desadaptadoz, pintor y autor de los versos malditos que contienen este libro — reeditado por la Valija de Fuego tras su publicación en 2016 —, fue uno de esos jóvenes, con la particularidad de que vio en la poesía no un acto sanador, sino de rabia pura.

Atormentado por sus demonios, escribió en clave de verso sobre los parches, los pogos, el sexo, la violencia, la hipocresía social y las pesadillas de la muerte, además de obras de teatro y manifiestos mordaces contra la “pornomiseria” de Rodrigo D. No futuro, largometraje insigne de Víctor Gaviria. Su vida fue corta y poco difundió sus escritos, muchos de los cuales salen a la luz gracias a este manifiesto de oscura belleza.

Editorial: La Valija De Fuego.

*Este texto fue escrito por Musa Benmejia y Felipe Sánchez Hincapíe