Literatura

“Nunca me ha acobardado hablar”, María Helena Restrepo 

11 / 07 / 2017

A propósito de su libro De palabras y palabreros, la escritora María Helena Restrepo conversó con el escritor Santiago Andrés Gómez Sánchez

Santiago Andrés Gómez Sánchez: María Helena, hemos leído con muchísimo placer tu libro De palabras y palabreros, fruto, según recuerdo, ya con larga experiencia de vida, de un taller literario cuyas tareas fueron al fin rebasadas por lo que no podría llamarse una vocación tardía ni mucho menos, sino más bien guardada por años. ¿Es consciente lo que advertimos como una voluntad imperiosa de escribir o narrar literariamente, por ejemplo, antes presente en conversaciones con amigos?

María Helena Restrepo: Desde siempre. He sido una cuentera oral, como ustedes pueden constatarlo en la narración de la película de Lady Godiva que le hago a mi amiga en el cuento “Los crespos de Silvia”.  Lo mismo pasa en “Patasdilo”, donde mi padre le pide a mi madre llevarme para donde la abuela, ya que mis cuentos, la mayoría inventados por mí, no lo dejan morir en paz.  Nunca me ha acobardado hablar en público y tanto a mis compañeros de trabajo como a mis amigos les gusta escuchar los cuentos y anécdotas de mi vida, narrados por mí.

SAGS: Nosotros vemos una mentalidad fuerte y definida en el volumen de cuentos. Hay, por ejemplo, una gran libertad en el modo de asumir la vida y una gran comprensión de que cada personaje es digno de respeto, pese a sus diferencias enormes. ¿Cómo describirías tu visión del mundo?

MHR: Nacer en 1940 en una familia tradicional no te da muchas opciones. Sin embargo, teniendo en cuenta nuestra precaria situación económica, me vi forzada desde muy joven, luego de terminar mis estudios de Comercio en el Instituto Isabel La Católica (antiguo Central Femenino) a salir de mi casa a trabajar para contribuir con el mantenimiento de la familia.  No era muy común que una adolescente de 14 años saliera de su casa a trabajar en lugar de estar buscando marido.  Salir, trabajar, conocer otra parte del mundo y tratar con otras personas, la mayoría europeos, posiblemente contribuyó a que tuviera otra perspectiva de la vida y mejor me  dedicara, en mis ratos libres, a leer y a compartir con amigos, zafándome un poco de las rutinas familiares, sin olvidar que luego llegaron los años sesenta y que sus cambios empezaron a hacerse notorios en nuestra sociedad pueblerina.

SAGS: ¿En qué momento surgió la idea del libro en tu mente, antes o después de empezar a escribir los cuentos? ¿Y cómo fue hacerlos, qué significa el momento de escribir para vos?

MHR: Cuando inicié la escritura de mis cuentos me interesó saber qué pensaban de ellos algunas personas cercanas a mi corazón, teniendo siempre como primera opinión la de mi hijo Rafael. Se los hice llegar y, ante su generosa aceptación, pensé que sería bueno colocarlos todos en un libro, sin la idea de hacerme famosa ni mucho menos sacar de ellos un provecho económico. Por lo tanto y con gran placer la mayoría de esta primera edición fue repartida sin costo alguno entre mis amigos.  Para mí escribir ha significado como una especie de parto, algo que te sale de adentro y necesitas compartir con los que te rodean.  También algunos de mis cuentos me han servido para exorcizar los demonios que he cargado por años, poniendo en papel: amores, desamores, angustias y miedos, para mirarlos de frente y que me hagan compañía en lo que me resta del camino.

SAGS: ¿Qué estás haciendo ahora? ¿Seguís escribiendo?

MHR: Claro que sigo escribiendo.  Ahora tengo un total de 20 cuentos nuevos escrito para el  Palabrero No. 2, de los cuales 17 ya están revisados y aprobados por mi profesor William Rouge, dos están pendientes para darles más énfasis modificando el narrador y uno lo estoy escribiendo sobre las Navidades de mi infancia, en el cual explico mi aversión hacia las tan antioqueñas «matadas del marrano». Además confío en poder seguir escribiendo muchos años más.

*Esta entrevista fue publicada originalmente por el autor en su sitio web