Música
De la velocidad de escape y otros sonidos en Altavoz Fest 2017
26 / 02 / 2018
Recuento de la potencia vivida en Altavoz Fest 2017, realizado en Medellín entre el 4 y 6 de noviembre.
Es un placer ser fotógrafo y haber participado de un festival como Altavoz Fest 2017. Fue sin duda una valiosa oportunidad, no sólo para enterarse de la apuesta artística que ofrece la ciudad sino también la que el mundo tiene para ofrecernos. Más que una tradición, lo que me motivó asistir a Altavoz fue una necesidad del espíritu de poder interactuar con visitantes de todas partes que se reunieron alrededor del poder de la música.
Cuando oía música en el principio de mi vida soñaba con estar allí mismo donde ésta se gestaba, pero es difícil cuando en tu entorno hay pocas opciones de lograrlo. No obstante, la vida y la paciencia me pondrían donde me correspondía.
Este Altavoz Fest 2017 estuvo signado por un público menos ansioso y más receptivo y selecto al momento de elegir las horas de llegada y los lugares de encuentro. No se vieron esas abarrotadas filas de otros años, que en realidad eran una serie de tumultos y desmadres donde todos hacían su parte. Este año no hubo asomo de agua en ningún momento clave de las presentaciones, nada más una llovizna que para nada bajó el ánimo del público.
Con el pasar de las horas pude ver a la gente: cómo cantaba las canciones de algunas bandas que yo desconocía, pero como la premisa era conocer y dejarse sorprender estuve presto a escuchar nuevos sonidos, tal como me pasó con algunas propuestas del domingo como Austin Phobias, Entre Niebla y Miedo, y una poderosa banda, Vein, que con un gran performance pictórico dio rienda suelta a la fuerza trepidante del Metal y de los Headbangers en ese día.
Al final de la tarde Revenge dejó su impronta clásica en escena, dando paso a una trepidante Nervosa que nos dejó a todos de una sola pieza con la agresividad de sus riffs y la contundencia de los cortes. Realmente nos calentó a todos en sus 45 minutos de presentación y después de ello presenciamos un emotivo, complejo y hasta sufrido Tributo a Kraken, con canciones como “Silencioso amor” en las que se notó uno que otro bache. Aun así, y con todo ese poder del amor hacia Elkin Ramírez, desfilaron artistas de varios géneros musicales como Alex Okendo de Masacre y Miranda, la cantante de soul.
En ese corre- corre y el interminable vaya y venga que tuve como fotógrafo, pude presenciar en el Escenario Norte a bandas poderosas como Death Kult, Etnocidio y Dirges, tres bandas antioqueñas que han trasegado como un verraco en esta escena colombiana y que tienen un espacio bien ganado para cumplirle a su público, el cual vibró durante sus presentaciones a la vez que éstas bandas le recordaban de qué están hechas.
Algo particular y muy bien recibido en esa tarima fueron las propuestas de 5 de Menos y Hialina, destacándose también Dead Country Brothers (DCB), quienes interpretaron muy bien las melodías del Misisipi y también le dieron un sello propio. Entre Rock and Roll y blues se cerró el día domingo en el Escenario Norte, pero había aún más y la noche de aquel domingo deparaba maravillosas sorpresas desde Noruega con Satyricon, pero antes de ellos se subiría a tarima God of Lies, banda antioqueña Dead Country Brothers que ha evolucionado rápidamente al punto de tener la posibilidad de abrirles a los noruegos. Jaider Mejía, líder de la misma, días antes me contó cómo fue llegar hasta Altavoz y cómo los dioses permitieron que la magia se diera para estar expresándose a través de su música y mensaje.
Satyricon dejó a todos más que excitados. Esa presencia musical tan sobria y a la vez avasallante, como una carrera de corceles, fieras enajenadas por el frenesí de las notas, hizo rugir como nunca al escenario. La banda realizó un recorrido por su historia, no sin dejarnos probar su último trabajo homónimo y con el que volvió al ruedo en 2013, año desde el que no han vuelto a lanzar una nueva placa.
Aunque el domingo me lo gocé al máximo, el lunes, último día de este Altavoz, dejó ver a artistas inolvidables y que de muchas formas hicieron mover el esqueleto, como Alexander Robotnick de Italia, APK y Medeck Line Music de Antioquia. Ni qué decir del emotivo regreso de Nadie, que tuvo lugar el sábado. Fue increíble la locura seguida de esa presentación, pues para nadie es un secreto que “Nadie” era, si no la banda más esperada, la más añorada por los presentes, y hasta yo me incluyo, porque si hay algo que me gusta del punk es su fuerza lírica y esa es precisamente la impronta de este genial grupo, que en tarima pudo percatarse del amor, el respeto y la admiración que todos aún le profesamos. El abrazo que se dieron Juan David Márquez y Julián Velázquez después de tantos años por fortuna quedó registrado bajo este lente mío, que no dejará de obturar en tanto la vida me siga regalando más situaciones dignas de inmortalizar.
Esta edición en particular del festival también quedará en la memoria porque personas de Medellín y otras ciudades regresaron al Estadio Cincuentenario, lugar donde por muchos años se hizo Altavoz. Todas estuvieron allí con esa satisfacción que produce vivir un evento como este año tras año, generaciones de jóvenes y adultos gozaron expresarse por medio de sí mismos, siendo más humanos que humanos, dejando incluso las terminales nerviosas agotadas y tensas en un campo fértil de experiencias sónicas.