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Ópera prima o cómo hacer cine en Colombia es un acto de fe 

12 / 06 / 2017

A propósito de su libro Ópera prima, Laterales conversó con el director de cine Javier Mejía

Antes de ser un afamado director de cine y de que su película El abrazo de la serpiente fuera nominada en 2015 al Premio Óscar como mejor película extranjera, Ciro Guerra era un estudiante de Cine y Televisión de la Universidad Nacional de Colombia que sólo tenía tres millones de pesos en el bolsillo para hacer La sombra del caminante, su primer largometraje.

El dinero era insuficiente para costear todos los gastos que acarrea un largometraje, pero él no se resignó a guardar en el cajón del olvido una historia a la que venía trabajándole desde hacía mucho tiempo. Firme en su decisión, Guerra se dispuso a conseguir lo que le faltaba, hasta que por una grata coincidencia del destino supo de un concurso de televisión llamado Propuesta in decente, el cual daba premios de hasta 20 millones de pesos por responder preguntas sobre cine y televisión.

Siguiendo el ejemplo de algunos compañeros suyos que habían participado en el concurso, el futuro director decidió probar suerte y para alegría suya ganó cinco millones de pesos con los que pudo realizar La sombra del caminante, que tras su estreno en 2004 obtuvo premios y menciones en importantes festivales de cine como el de San Sebastián, Mar del Plata, Cartagena y La Habana.

Esta historia de tesón y algo de terquedad, hasta ahora desconocida por el público, se la contó Guerra al escritor, guionista y director de cine Javier Mejía, quien decidió incluirla en su libro Ópera prima, publicado en 2016 por el Fondo Editorial Universidad EAFIT y conformado por 15 entrevistas a directores colombianos que hablan sobre su primera película.  Además de Ciro Guerra, nombres tan célebres como el de Luis Ospina, Víctor Gaviria, Marta Rodríguez y Jorge Alí Triana aparecen en este libro que no sólo da cuenta de las verdes y las maduras por las que ellos tuvieron que pasar al momento de rodar sus óperas primas, sino que también le hace un homenaje a la pasión con que plasmaron, a través del cine, la mirada que tienen de un país tan tragicómico como es Colombia.

Mejía, quien en 2007 debutó con la delirante y entrañable Apocalipsur, comprende muy bien los contratiempos que han enfrentado sus colegas, al punto que durante una entrevista concedida con motivo de la presentación de su película llegó a decir que hacer cine en Colombia es tan osado como “tratar de hacer los Juegos Olímpicos de Invierno en Lorica”.

Laterales Magazine conversó con el autor sobre su libro y también sobre las fuerzas que mantuvo para sacar adelante a su ópera prima.

¿Qué lo motivó a escribir un libro como Ópera prima? ¿Por qué contar las historias de 15 directores colombianos y sus primeros largometrajes?

Creo que es un libro necesario sobre nuestra cinematografía, donde están directores consagrados, junto a gente más joven que igual está haciendo las cosas muy bien. Así que ese panorama del país a través de estas 15 películas, contando el proceso de producción de la película desde el nacimiento del guión hasta su estreno, es una cosa bellísima, divertida y con las historias más azarosas y disparatadas que seguro a alguien que quiera hacer su primera película le darán muchas luces en ese proceso tan difícil que es enfrentar su ópera prima.

Cuando uno lee las entrevistas que conforman a Ópera prima siente bastante cercanía, casi que los directores le hablan a uno al oído ¿Cómo lograr esos testimonios tan reveladores que tocan las fibras del lector?
Ópera prima

Portada Ópera Prima de Javier Mejía

Mi cercanía con la mayoría de los directores venía de tiempo atrás por mis trabajos como director; somos amigos, hemos viajado, nos hemos cruzado en festivales. Entonces eso permitió ese clima tan cálido, pues estoy hablando con mis amigos del tema que nos apasiona y sobre sus películas que yo vi en distintos momentos de mi vida y que me marcaron de diferente manera. Esa era la idea, más que entrevistas, son conversaciones como si estuviéramos en la barra de un bar de cualquier ciudad del mundo.

A todos los directores que usted entrevistó los une su pasión por el cine y los retos que tuvieron que afrontar al momento de hacer su primera película ¿Qué más rasgos en común hay en todos ellos?

Creo que a todos los une haber crecido en este país y eso implica haber visto mucha violencia, mucha injusticia y mucha muerte. Y sin duda eso se ve reflejado en todas las películas, porque el cine es un reflejo de la realidad y los directores de cine – casi todos – de alguna u otra manera están comprometidos con eso, con contar un momento del país. Las películas de alguna manera tratan de exorcizar un fragmento de la realidad.

Si hacer cine en Colombia es complicado, contar su historia es una labor a veces quijotesca ¿Cuáles creen que son los aportes que puede hacer Ópera prima a la historia del cine colombiano?

Yo creo que el libro rescata las voces de estos 15 directores que con 15 películas recorren 50 años de nuestra historia cinematográfica, en documental y ficción. Y ese panorama deja ver un acercamiento al cine colombiano desde sus directores, en primera persona, contándonos cómo fue la experiencia de cada uno para meterse de cabeza en el tsunami emocional y económico que es rodar una película.

Luego de leer Ópera prima y conocer las historias de estos 15 directores, es inevitable preguntarle por su trabajo, Javier. Trasladémonos a ese momento en que usted decide hacer su ópera prima. ¿A qué retos se enfrentó y qué le hizo mantener las fuerzas para hacer un retrato de Medellín tan descarnado y a la vez tan bello como es Apocalipsur?

Cada película tiene sus propias limitaciones y dificultades. Apocalipsur tuvo las suyas y no fueron pocas, de la más diversa índole y con los problemas más locos y las soluciones más absurdas para poder terminar la película. Pero con el paso de los años la memoria, que es exclusiva y discreta, borra los malos momentos para solo dejar los buenos recuerdos de estar con tus amigos y decir: ‘¡Acción! ’. Ese momento es muy mágico y creo que así recordamos todo el proceso arduo de sacar Apocalípsur a las salas.

Después de Apocalisur ¿Sigue creyendo que hacer cine en Colombia es tan difícil como hacer los Juegos Olímpicos de Invierno en Lórica? ¿O siente que ha cambiado un poco el panorama para usted y los demás directores?

En los últimos 10 años ha habido sin ninguna duda un cambio en la producción del cine colombiano. Hay un crecimiento constante de películas, de muy buenas películas, y se percibe una sensación de que por fin no es algo temporal, de un par de años, sino que el cine colombiano está en su momento y tiene todo para crecer y sostenerse.
Faltan muchas cosas e igual hacer cine seguirá siendo difícil, es algo muy costoso y complejo y de muchas variables involucradas, pero yo quisiera creer que el panorama es alentador.

Decía Akira Kurosawa que “hacer cine lo cambia todo, esa es la razón por la que he hecho al cine el trabajo de mi vida” ¿Qué consejos o recomendaciones puede darle a alguien que quiera hacer su primera película?

Dunav Kuzmanich, nuestro profesor de cine, siempre nos decía que hay directores que hablan de cine y otros que hacen cine. Es mejor ser de los que hacen, así que el consejo para alguien que se enfrenta a su primera película sería que la haga, no más.