Fiesta del libro

Fiesta del Libro y la Cultura 2018, formando lectores y memorias

14 / 08 / 2018

El director de los Eventos del Libro, Diego Aristizábal, habla sobre promoción de lectura (a propósito de la reciente Encuesta Nacional de Lectura) y las novedades de la Fiesta del Libro y la Cultura, a realizarse en septiembre.

Dos años lleva Diego Aristizábal al frente de los Eventos del Libro de Medellín (organizados por la Alcaldía de Medellín y su Secretaría de Cultura Ciudadana), que desde hace más de una década han promocionado la lectura en la ciudad y propiciado nuevos usos del espacio público en torno a la literatura, la música, el cine y demás expresiones que convocan a niños, jóvenes y adultos.

En lo que va de este año, los Eventos del Libro han tenido sus dos primeras pruebas. La Feria Popular Días del Libro, que se realiza en el sector de Carlos E. Restrepo y cuya doceava versión tuvo lugar entre el 18 y 19 de mayo, registró, pese a la lluvia, cerca de 30.000 visitas y ventas por $113´297.150, además de 2.562 asistentes a los talleres de lectura, escritura y oralidad que se realizaron durante los dos días del certamen.

Por su parte, la Parada Juvenil de la Lectura, que del 14 al 15 de julio tuvo como escenario la Unidad Deportiva María Luisa Calle, registró también cerca de 30.000 visitas durante sus 16 horas continuas de programación, $25.693.000 en ventas y 4.770 personas en los 150 talleres de lectura, escritura y oralidad que allí se dictaron.

Si bien las cifras complacen a Aristizábal —Comunicador Social – Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), escritor y columnista del diario El Colombiano—, a la hora de hacer un balance prefiere quedarse con lo que en la gente provocan estos encuentros alrededor del libro:

Eso es maravilloso. Primero, porque hay una toma del espacio público y eso lo ve uno con la gente. Si estuvieron se dieron cuenta de la gente conversando, del encuentro que termina siendo muy provocador; y el libro como pretexto es mucho más maravilloso. Se queda uno con la imagen de alguien que se sienta a leer. Sencillamente, con alguien que conversa, o con un montón de gente que se reúne en un espacio público, de manera sana, a disfrutar el entorno. O los niños mismos, que llevan a los papás, —por ejemplo este año que tuvimos el Salón del Libro Infantil y Juvenil [en Días del Libro] — a que les lean o a compartir con ellos. Todas esas sonrisas o manifestaciones son los que justifican estos espacios. Si la gente no fuera, se estarían desperdiciando, porque se hacen con recursos públicos. Es decir, tus impuestos se van a eso, entonces estarían desperdiciando eso que se propicia”.

Encuesta Nacional de Lectura: “En Medellín se respira distinto en materia de lectura”

Ambos eventos ocurrieron justo después de que el 5 de abril fueran revelados los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura 2017, en la que Medellín apareció como la ciudad más lectora de Colombia con 6.8 libros por año, seguida de Bogotá con 6.6., Tunja con 6.5., Ibagué con 6.1 y, en menor medida, Mitú con 3.3. Una vez conocida la cifra, fueron muchos los que aquí la celebraron con entusiasmo, mientras otros la recibieron con cautela. Sobre esto, el director de los Eventos del Libro explica lo siguiente:

Hay que hacer una claridad y es que ese 6.8 de libros leídos, dentro de la encuesta, hace relación a gente que lee. Es decir, la encuesta tiene dos variables: una es la gente en general, que cogen al azar y le preguntan: “¿usted cuántos libros lee al año?”, y eso arroja una cifra que en la encuesta es como de 2.7, creo yo; 2.9 si no recuerdo mal. Eso es como los generales dentro del índice de lectores, que es donde preguntan “¿usted lee?”, “sí”. Entonces ahí es la otra pregunta, la que arrojaría que Medellín sacó 6.8, Bogotá 6.6”.

Aunque el lugar que ahora ocupa Medellín en índices de lectura lo alegra, Aristizábal reconoce que todo hace parte de un proceso lento, más cuando se ha trabajado con libros y promoción de lectura. Y es que durante los últimos 15 años ha habido, según él, un esfuerzo institucional por parte de la Alcaldía de Medellín a través del Sistema de Bibliotecas Públicas y los Eventos del Libro “para que, de alguna manera, se propicien unos espacios adecuados para que la gente vea en la lectura una posibilidad”.

Medellín ha hecho una apuesta muy importante en creer justamente en esos encuentros ciudadanos y en las bibliotecas. Por eso se han abierto parques, se han fortalecido las bibliotecas públicas; porque somos conscientes que, de alguna manera, en la medida en que tú transformes esos entornos, vas a contribuir a una ciudadanía mucho más crítica, mucho más consciente de la vida, mucho más empática, que es finalmente lo que termina aportando la lectura”.

Si bien las encuestas y el apoyo institucional dan cuenta de unos avances en la promoción de lectura en Medellín, el trabajo para que más personas se acerquen a los libros debe continuar. De eso es consciente Aristizábal, aunque considera que en la ciudad “se respira distinto en materia de lectura” y pone como ejemplo las veces que, en un vagón del metro, ha visto a tres o cuatro personas leyendo, sea sentadas o de pie. “Digamos que, en un vagón, caben 300 personas; pero que ya estén leyendo en un mismo vagón tres personas, [demuestra que] hay cambios paulatinos”.

Esos cambios paulatinos, reitera, también se reflejan en la manera como la gente se acerca a los libros, especialmente en los eventos que él dirige y en otros que organiza la Alcaldía de Medellín:

Tú ves en la gente, por ejemplo en Días del Libro, o en unas caravanas que está haciendo la Alcaldía ahora, cuando se les entrega un libro, que se sientan a leerlo y demás. Lo que uno hace sencillamente [en estos proyectos] es propiciar cada vez más ese tipo de espacios, que la gente sienta que el libro, primero, no te hace ni más inteligente ni más erudito, sino que te transforma lentamente la vida, y te ayuda. No pedirle algo utilitarista al libro, sino que el libro simplemente es un libro, y casi que el libro es tan potente, que tenerlo sobre una mesa, cerrado, ya es un acto. Ya hay ahí una fuerza, así en esa casa no sean lectores, uno no sabe en qué momento ese libro en la mesa de la sala lo coja un joven desparchado, y lo abre. Pasa la magia del libro”.

La doceava Fiesta del Libro y la Cultura, un espacio para la memoria

Luego de los Días del Libro y la Parada Juvenil de la Lectura, en la mente de Aristizábal y su equipo está la versión 12 de la Fiesta del Libro y la Cultura, la más importante de su tipo en Medellín y una de las más reconocidas en Latinoamérica, que desde el 7 al 16 de septiembre, congregará en el norte de la ciudad a invitados nacionales e internacionales, así como a amantes de la lectura y todo lo que se desprende de ella. México será el país invitado y Las formas de la memoria la temática de este año, que también ha estado presente en los anteriores Eventos del Libro.

Aunque falta menos de un mes para su realización el ambiente de la Fiesta se ha sentido en lugares diferentes al que en cada año se realiza. El Parque Biblioteca Gabriel García Márquez del barrio Doce de Octubre (Comuna Noroccidental) y la Biblioteca Pública Centro Occidental del El Salado (Comuna 13) han sido los escenarios de La Fiesta del Libro y la Cultura Comunitaria, certamen que este año surgió como una apuesta para, además de visibilizar la marca Fiesta del Libro y la Cultura, hacer partícipe a la comunidad de sus actividades.

Partiendo un poco de que la Fiesta es un espacio muy querido por todos, dijimos: “qué vaina cuando se acaba la Fiesta, tratemos de que dure todo el año”. Y sabemos que mucha gente va a la Fiesta, pero seguramente hay otro montón de gente que no sabe qué es la Fiesta. Entonces, tratemos de vivir también nosotros con la imagen y la temática de Fiesta, que este año es Las formas de la Memoria, y contémoselo a ellos. Nos hemos arriesgado ir a lugares donde la Fiesta no llega, donde a veces es de difícil acceso, donde de pronto la apuesta cultural no es tan fuerte, donde de pronto hay riesgo. Porque la idea es que justamente estas tomas culturales despejen el miedo, [en] una ciudad con miedo son necesarios más libros, más apuestas culturales. Es más necesario, justamente, cuando uno está en ese tipo de situaciones en que la cultura transforme espacios. Entonces, esa fue la intención que tuvimos con empezar a descentralizar un poco, hacernos presentes en otros lugares y compartir simplemente un momento de lo que pasa en Fiesta del Libro”.

A la par de estos encuentros, desde febrero se han realizado Las charlas de la tarde, espacios que se abren en la última semana de cada mes y en los que varios expertos han conversado sobre la memoria desde áreas tan diversas como el arte, las lenguas nativas, los ficheros y la cocina.

Justamente desde esa diversidad es que la Fiesta del Libro y la Cultura decidió abarcar a la memoria, una memoria no solo del conflicto armado que durante tantos años marcó a este país y que aún sigue construyéndose, sino también de otros elementos que nos constituyen.

El país está en un momento importante, un momento donde, de alguna manera, hay un quiebre de 60 años de guerra y hay un acuerdo. No vamos a emitir ningún juicio frente a eso, sino que eso es lo que está ocurriendo en el país, es una realidad, algo tangible. Eso nos pareció muy importante. Sin embargo, no quisimos quedarnos en eso, el tema del conflicto, posconflicto y posacuerdo, es importante; pero no solamente queremos que esa sea la memoria, porque cuando uno habla de la memoria, siempre está remitiéndose, casi que directamente, a eso que nos ha tocado como colombianos, al conflicto, pero quisimos nombrar las formas de la memoria. Es decir, la memoria nuestra está compuesta de un montón de cosas, ese pasado doloroso nos compone; pero también un montón de momentos felices, las memorias familiares. El álbum nos compone, la infancia nos compone, el río Medellín que nos atraviesa, nos marca una memoria importante en la ciudad, los hallazgos justamente arqueológicos en el centro de Medellín nos dicen quiénes son los aburráes, de dónde procedemos. El tema del Alzheimer, por ejemplo. Entrar a la ciencia, que [nos enseña que] hay una predisposición genética en Antioquia, en Yarumal, y que el doctor Francisco Lopera ha hecho estudios importantes. El olvido también hace parte de la memoria”.

Las formas de la memoria ya de por sí es un título sugerente y alguien podría tomarse varios minutos anotando ideas que se le vienen a la cabeza con solo escucharlo. De hecho, el mismo Aristizábal admite que ni los 10 días que durará la Fiesta alcanzarán para discutirlas todas.

Son tantas las formas de la memoria, que no vamos a lograr abordarlas todas; pero también hemos querido propiciar reflexiones en cada uno de los ciudadanos. Es decir, si por ejemplo tenemos un encuentro sobre los nadaístas (que este año cumplen 60 años de haber publicado su primer manifiesto), cada quien verá cómo recuerda a los nadaístas, si los conoció o no, ¿cierto? O qué otro movimiento recuerda, o qué otro tipo de memorias podríamos sumar a estas formas de la memoria. Entonces, Las formas de la memoria como temática simplemente es un pretexto para conversar sobre algo y creo que este año, con las charlas de la tarde y con estos encuentros, hemos dado pistas diversas de que la memoria nuestra es una memoria muy rica y vale la pena mirarla por un momento”.

La programación académica y cultural de la Fiesta realzará precisamente esa riqueza de nuestra memoria, bien sea con los talleres que se dictarán en el Jardín de Lectura Viva —donde las instituciones o personas a cargo de los mismos darán, desde su saber, algunas puntadas de lo que es la memoria—, o con la lista de invitados nacionales e internacionales, que hasta ahora incluye a personalidades como Juan Villoro, Alberto Salcedo Ramos, Gilmer Mesa, Cristian Romero, Alfonso Buitrago, Pilar Quintana, Mario Bellatin, Alonso Cueto, Marta Sanz Pastor, Mercedes Estramil y Valerie Miles, quienes, de alguna u otra manera, también se han acercado a la memoria con sus libros.

Cada uno de estos autores tiene particularidades. Por ejemplo, Marta Sanz Pastor, además de ser una gran novelista —y creo que es la autora española más importante en Europa—hace poco publicó su último libro, Clavícula. Y es sobre la memoria de ella, es todo un libro donde ella siente que, a los 50 años, su vida cambia como mujer. Siente como que se descuaja y además se siente enferma, empieza a sentir el peso de la vida, de la edad. Entonces construye un diario donde [escribe que] va al médico, manifiesta todos esos estados y mira en retrospectiva quién es. Estamos con Mario Bellatin, un autor mexicano muy importante que, a través de sus cuentos, nos da una mirada distinta a ese México contemporáneo. Alonso Cueto, que es un escritor peruano muy bueno, nos narra en su obra todo lo que ha pasado con Sendero Luminoso, ahí hay un tema de conflicto, un tema político que también nos une con lo que hemos vivido nosotros de manera directa o indirecta en proporciones distintas. Esa condición política nos suma”, detalla Aristizábal.

México, un invitado rico en memoria

Que México sea el invitado a la Fiesta del Libro y la Cultura es más que una coincidencia, dado que su invitación se da como parte del año Colombia-México, con el que ambos países buscan impulsar su intercambio comercial, educativo y cultural.

Este país diverso, que con Colombia tiene más similitudes que diferencias, ha hecho de su literatura, cine, música y hasta gastronomía una indagación por la memoria, a la vez un diálogo entre tradición y modernidad que da cuenta de sus matices. Por eso, su presencia en la Fiesta genera expectativa, ya que el Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe se vestirá a la mexicana, y en sus rincones muchos podrán adentrarse en sus historias, probar sus sabores y dejarse llevar por sus sonidos.

Además de una librería ubicada en la entrada del pasaje Carabobo, en la que estarán a la venta libros de diferentes sellos editoriales mexicanos, habrá en el Patio de las Azaleas muestras de cine y gastronomía mexicana, todo como parte de una ruta que el mismo país ha diseñado con anterioridad.

México quiere plantear una ruta justamente de la memoria, como de lo que ha sido a través de la literatura. Quiere poner ahí, en escena, a ese México tradicional y contemporáneo. Va a haber ciertos momentos importantes hasta llegar al Patio de las Azaleas, que es donde, México se constituye a lo largo de estos diez días. Es como la sede de México en Medellín y ahí hace una apuesta cultural de cine y gastronomía. El país tiene vía libre, partiendo de cómo se constituye la Fiesta del Libro para mostrar a su país [invitado], para mostrar qué es lo que quiere que la gente vea en este momento de México, que no solamente la literatura está ahí, también esa cultura que, de alguna manera, se compone de otros entornos gastronómicos que cambian de ciudad en ciudad. O miraremos si la lucha libre es importante o no, o si los mariachis. Puede que para nosotros eso sea un cliché y puede que ellos digan que “nosotros somos más que un mariachi”; entonces cuál es la apuesta que tiene México en este momento de su visión de país. Es una manera de mostrar una nación, de sumar unos artistas, de sumar unos escritores a una programación que nosotros también componemos. Es en esos contrastes donde la Fiesta sencillamente se hace mucho más grande con la participación de un aliado de este tipo”.

200 años de Frankenstein o los fragmentos de la memoria 

En este año de efemérides literarias, hay una que aún sigue produciendo titulares de prensa, comentarios elogiosos, análisis extensos y hasta ferviente fascinación. Se trata de la publicación, el 11 de marzo de 1818, de Frankenstein o el moderno Prometeo, novela de ciencia ficción escrita por la inglesa Mary Shelley que, entre otras cosas, habla de los límites de la ciencia, la creación de la vida y la tensión entre hombre y Dios según el primero.

Frankenstein es un clásico de la literatura, pero también de la cultura popular. Son muchas las películas, series de televisión y hasta novelas que lo han tomado como inspiración o hecho apropiaciones del mismo; y aunque algunos niños, jóvenes y hasta adultos no lo hayan leído, de inmediato reconocen a su monstruoso protagonista, llegando a disfrazarse de él en cada Halloween.

Pero, ¿a qué viene traerlo a colación en este artículo sobre los pormenores de la Fiesta del Libro y la Cultura? Bueno, justo él es el personaje invitado a este certamen no sólo por la conmemoración de los 200 años de la novela de Shelley, sino también por ser una metáfora del origen y los fragmentos de la memoria, preocupaciones que se sintonizan con la programación de la Fiesta.

Una exposición que analizará la novela desde la época, la vida de su autora y su vigencia, y la publicación de Frankenstein en Medellín, el famoso Cuentico Amarillo que este año fue escrito por Reinaldo Spitaletta e ilustrado por Juan Esteban Tobón, serán las actividades con que la Fiesta, además de aterrizarlo a los tiempos de hoy y acercarlo a nuevos lectores, le rendirá homenaje al que quizás es el monstruo más querido de los monstruos, tal como en otras versiones lo ha hecho con Tom Sawyer, Sherlock Holmes, Cenicienta, Pinocho y demás personajes literarios.

Quienes hemos leído Frankenstein, hemos visto que hay una pregunta inicial por este personaje, este monstruo, y es ¿yo quién soy? ¿Yo de dónde salí? ¿Qué me conforma? Incluso desde lo físico, está compuesto también de la memoria, es un montón de retazos de algo y, a la vez, es un personaje que quiere saber quién es, quiere entenderse y quiere saber en qué entorno se va a mover; así ese entorno también sea hostil y cree el monstruo que crea. Está muy relacionado con todo y nos encanta, porque Frankenstein es un mito. O sea, todos hemos escuchado hablar de Frankenstein, hay películas, está metido en la cultura popular; vos ves niños que se disfrazan de Frankenstein y puede que los papás no hayan leído ese libro. Entonces, que el niño de alguna manera —que se disfrazó de Frankenstein— diga: “ay, también hay un libro sobre eso, voy a leerlo””.

Una Fiesta para las editoriales independientes

Bogotá celebró, entre abril y mayo, su Feria Internacional del Libro (FILBo), coincidiendo con la de Buenos Aires. Ambas, junto con la de Guadalajara (que se realizará del 24 de noviembre al 2 de diciembre), son las más importantes de América Latina, debido a sus grandes cantidades de visitantes y ventas. Allí coinciden autores, editores, agentes literarios, libreros y demás personas que conforman la cadena del libro, pero también se mueven negocios y se dictan las tendencias editoriales para el mundo hispano.

Como ellas, la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín es referente nacional e internacional, aunque sus orígenes y vocaciones son distintas. Mientras buena parte de las ferias que se realizan en el continente (como la de Bogotá) son organizadas y financiadas por las cámaras del libro, la Fiesta de Medellín tiene como organizador y financiador a la Alcaldía de Medellín, además de otros socios públicos y privados que se han sumado en los últimos años. Su carácter público hace que tenga como objetivo “crear el gusto por la lectura” y “una atmósfera propicia para que la ciudad sueñe con la fantasía y la imaginación, que valore el conocimiento y sienta que es parte integral de la vida en nuestra sociedad”, distinto al de vender de las ferias, que “asumen que la venta creará como consecuencia un universo lector”, tal como puede leerse en el sitio web de la Fiesta.

Aún las diferencias, ambos enfoques diversifican el panorama literario y cultural. Por eso, la apuesta de la Fiesta, como lo recalca Aristizábal, son las editoriales independientes, no sólo porque en Medellín, Bogotá y el resto de América Latina hay un auge de ellas, sino también porque comparten filosofías y visiones.

El trabajo con las editoriales independientes (y también las grandes) se hace desde mucho antes que abran sus stands en el Jardín Botánico. La Fiesta les presenta lo que hará tanto con la temática, como con el país invitado, para que ellas decidan qué novedades presentarán y a cuáles autores llevarán, esto con el fin de enriquecer la programación y tener más visibilidad. Además, durante la Fiesta se realiza el Salón de Editoriales Independientes, que junto con los de Nuevas Lecturas, Libro Infantil y Juvenil y el Iberoamericano del Libro Universitario, pone al público al alcance de propuestas editoriales nuevas, arriesgadas y de calidad.

“A nosotros nos interesa que, poco a poco, la Fiesta del Libro sea ese espacio por naturaleza donde las editoriales latinoamericanas independientes se encuentren. Guadalajara es un centro donde se tejen grandes negocios en el mundo hispano, Frankfurt es el contacto con Europa; pero a nosotros nos interesa que, de alguna manera, Medellín pueda ser esa apuesta de pequeñas editoriales por la misma ideología nuestra, la forma como nos constituye en ese espacio, podamos justamente hacer algo distinto. Yo creo que la Fiesta se diferencia de un montón de ferias por muchas cosas: el entorno, la manera como llega y se comporta la gente. De algún modo, lo que más nos importa es que se formen lectores, más que se vendan libros o que las editoriales sean millonarias. Nos interesa obviamente que se vendan, pero sobre todo que la gente quiera leer más. A eso le apuntamos con estas pequeñas apuestas y en eso estamos”.

Si bien el énfasis de la Fiesta es la promoción de lectura y su vocación independiente está definida, al momento de hacer balances, aparecen las cifras. El año pasado, por ejemplo, asistieron alrededor de las 500.000 personas y el total de ventas fue de 3.146 millones de pesos, mientras los cuatro salones del libro vendieron más de 8.200 ejemplares y sus ventas fueron cercanas a los 208 millones de pesos.

Casi todas las editoriales —al menos en la Fiesta del último año, por ejemplo, que empecé a estar— manifestaron que hubo incrementos importantes de sus ventas comparado con años anteriores; que tuvieron ventas históricas, por ejemplo, en un sábado determinado; como que “eh, este sábado vendimos un 20% más que el año pasado”. Creo que la Fiesta se ha cotizado tanto, que todos quieren un espacio en ella. Lastimosamente, no todos pueden estar ahí porque tenemos limitaciones de espacio, entonces tratamos de que esa muestra sea cada vez más depurada, que lo que se tenga ahí, sea lo mejor, para que la gente que vaya se encuentre siempre una sorpresa, una joyita, una motivación para leer; todo enfocado a lo mismo. Que la gente que salga ahí, al menos haya escuchado que leer, sin que nadie se lo diga, puede ser interesante en la vida”.

Acercar más lectores, el sello de Aristizábal

Al ser este su segundo año en los Eventos del Libro, Aristizábal comenta que lo importante de este proceso ha sido “poder trabajar en algo que te implica estar leyendo, estar mirando qué pasa y estar escuchando”. Ese mirar y escuchar le ha permitido ponerse en contacto con la ciudad, entender sus dinámicas y, en lo posible, proponer nuevas.

La Fiesta me ha enseñado un montón de cosas para entender incluso cómo la ciudad misma se va transformando, qué compone a la ciudad para que cada una de estas instituciones haga un trabajo maravilloso, que también justamente uno entienda bien qué es lo que hace cada una, cómo engranan las partes”.

Por eso, cuando se le pregunta por el sello que él y su equipo quiere darle a los Eventos del Libro, no duda en responder que, además de consolidarlos como espacios para las editoriales independientes, está el de sumar lectores, “lectores nuevos o lectores más críticos, que entiendan que el libro no tiene ningún misterio, que el libro tiene que ser parte de la vida cotidiana, que el libro hace parte de una realidad constante en nosotros y que es fácil acceder a eso. Que no hay nada más satisfactorio que ir a una biblioteca sin ningún pretexto, que no hay nada más satisfactorio que leer un libro sin tener que hacer un informe. Eso es lo que nos ha interesado muchísimo”.

Es consciente del trabajo hecho hasta ahora y del que viene. Aun así, cree que mientras en la ciudad, poco a poco, surjan más lectores o haya más libros abiertos, algo (o mucho) puede cambiar en ella.

Como los mismos resultados de lectura, esto se hace poco a poco, es un proceso que, por fortuna, también lleva años y donde uno sencillamente lo que hace es sumarle lentamente algo para que, en la ciudad, el libro sea el pretexto constante para el encuentro”.

*Esta entrevista fue realizada por Felipe Sánchez Hincapié y Musa Benmejía