Pasadas las cinco de la tarde de un caluroso lunes de noviembre, opté por leer Viaje a los tiempos de Verne, un libro publicado por la Editorial Universidad Pontificia Bolivariana una colección de cuentos del autor francés Julio Verne. Esta compilación fue realizada por Marcela Builes Toro y presentada durante la 13.ª Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín.

Los cuentos son presentados de una manera un tanto diferente, ya que están agrupados bajo los cuatro elementos de la naturaleza: Aire, Tierra, Fuego y Agua. En cada uno de los capítulos se encuentran varios relatos que responden de alguna manera a los elementos, como pequeños hilos invisibles que tejen el desarrollo de cada historia.

Los cuentos de Verne nos conectan con la visión que tenía del futuro; la cual, en muchos casos, sigue lejana de nuestra realidad del siglo XXI; mientras que, en otros, tiene unas similitudes que asustan. Sin olvidar la faceta de Verne como novelista por la que siempre es reconocido, especialmente por obras como
Veinte mil leguas de viaje submarino o La vuelta al mundo en ochenta días, se puede decir que sus cuentos no se alejan de su estilo narrativo, ni mucho menos de su obsesión con la ciencia y la tecnología: en ellos vemos a un Verne con una narrativa ligera que logra conectar al lector en pocas páginas, además que algunos están escritos en primera persona, lo que le permite ubicarse en los tiempos del escritor.

Verne tenía esa visión de un mundo futurista donde la tecnología ocupaba gran parte de nuestras vidas, cosa que en la actualidad es prácticamente un hecho, aunque en sus cuentos queda la visión romántica y, al mismo tiempo, tenebrosa del quehacer cotidiano de los humanos en este mundo del futuro. Cuentos como Diez horas de caza o Un drama en el aire, por ejemplo, son narrados en primera persona y  también con cierto nivel de misterio que mantienen al lector en alerta.

Los cuentos se desarrollan en escenarios diversos: desde el futuro lejano y hasta su propia época, como también entre territorios fantásticos y ciudades reales, como Fráncfort, aunque sus personajes son tan actuales que casi parece que hablaran personas del siglo XXI en vez del XIX; es como darnos cuenta de que los seres humanos seguimos teniendo las mismas conductas a través de los siglos, como es el caso del doctor Trifulgas, un hombre avaro y poco compasivo que está más interesado por el dinero que por sus pacientes.

Verne también narra estos cuentos desde la geopolítica de su época. De manera directa, por ejemplo, en el cuento Gil Braltar, en el que menciona el dominio indiscutido del Imperio Británico; o de manera sutil, casi imperceptible, o incluso desde el dominio de la tecnología que impulsaba la Revolución Industrial. Leer los cuentos de Verne en la actualidad es abrir una ventana al pasado del imperio británico que dominaba al mundo, con su ejército, su tecnología y sus valores morales.

Esta compilación se nos presenta en un momento donde la ciencia ficción, en la literatura de Colombia, viene ganando cada día más lectores, contribuyendo con esto a una oferta mucho más amplia para los amantes del género y de la literatura clásica. Cada cuento que hace parte de esta compilación son historias para entretener, pero también para recordarnos lo vulnerable y complejos que somos los seres humanos.